Escarnio

Que el pueblo castigue socialmente, prudentemente, eficientemente y constructivamente no solo a subversivos, sino a corruptos politiqueros.

Opina - Sociedad

2017-10-25

Escarnio

Sanción social. Sí.

Es imprescindible.

Los guerrilleros inmersos en un proceso de paz que evidentemente los va a favorecer, deben asumir con la resignación debida esa expiación. Fueron muchas las horrendas y cobardes masacres que perpetraron, fueron muchos los abominables secuestros llevados a cabo; los pueblos arrasados, etc.; luego, con la misma gallardía que ejecutaron sus viles actos, y el arrojo que los llevó a deponer las armas, deberían con tal bizarría y sosegada abnegación, aceptar que el pueblo no puede olvidar tan fácil. Imposible hacerlo.

Habrá quienes no quieran olvidar jamás; y, aun cuando puedan consentir y tolerar la oportunidad que la Historia les da para cambiar las asquerosas armas por los horrendos pero preferibles votos, hay muchas llagas supurando a través de abiertas venas a las que solo un período de tiempo tan extenso como suficiente, les va a permitir cauterizar.

Quienes ayer fueron terroristas y hoy en transición de dejar de serlo, están en la obligación de resistir el escarnio, engullirlo sin protestar; durante 50 años incendiaron la nación al lado de los repudiables corruptos, ¿y ahora, no son capaces de poner la otra mejilla y soportar el que el pueblo inerme durante medio siglo, quiera desahogarse?

Un pueblo que muy seguramente no quiere verlos exterminados, ni casar un pugilato de venganza absurdo y sin sentido alguno, pero, sí quiere pronunciarse, recordarles que la retaliación a través de una sanción social proporcionada más no incendiaria, tiene cabida. ¿Por qué no?

Eso bien puede ser una manera de exorcizar el alma quebrantada, de mitigar las fuerzas corrosivas de un resentimiento atroz, de aquél insondable dolor solo mensurable por aquél que realmente lo posee.

Censuremos o toleremos el vituperado proceso de paz con las Farc, muchos colombianos así lo deploremos insisto, en el fondo esperamos que la guerrilla cumpla y se erradique para siempre esa demoníaca guerra que tanto ha despedazado a Colombia.

Colombianos sensatos, la mayoría, de quienes estoy seguro, mucho antes de ansiar ver a los desmovilizados exterminados, anhela verlos reintegrándose en paz a la sociedad. Honrando su palabra de principio a fin.

Alejándonos cada vez más de los espectros y vicios de este inmundo conflicto. Ello, no obstante, defendamos el derecho de “aplicarles” una sanción social proporcionada conforme ya lo dije; no incendiaria ni obcecadamente revanchista. Ni tampoco endiabladamente oportunista, cínica y politiquera como aquella que inevitablemente tiende a manar de las trincheras del roñoso poder.

Que el pueblo castigue socialmente, prudentemente, eficientemente, “constructivamente” (no solo a subversivos, a corruptos politiqueros también) sí; y, que las víctimas directas del conflicto, aquellas que lo padecieron con la piel ulcerada, sancionen con más ímpetu. Pero no el prostituido ánimo vengativo y rapaz de aquella pléyade de voraces políticos.

En ello, sí me allano al editorial del 23 de septiembre «¿Sanción social o venganza inútil?» esgrimido por El Espectador. Solo espero que conforme lo señala el diario capitalino en sus líneas, los exguerrilleros “le estén apostando al juego limpio, a respetar las reglas del juego”; un juego de “parqués” en el que esperamos todos juguemos en igualdad de condiciones, y no un ajedrez en donde ellos jueguen solo con reinas, alfiles y torres, y el despojado y claudicado pueblo, solo con peones.

De tal modo pues que, muchos aquí tienen la estatura moral suficiente para sancionar socialmente con el único fin de hacer reflexionar sin aplastar; de ennoblecer sin marginar.

Ciertamente la venganza populista y la caza social feroz para quien voluntariamente quiere cambiar la historia del país, resultaría tan fétida como las letrinas subversivas que en el monte todo indica, ya están empezando a desaparecer.

( 1 ) Comentario

  1. ReplyMarco Antonio Espinosa

    El comentario del señor Carrillo, arriba expuesto, está viciado como los comentarios hechos por Uribe, de odio, de exageraciones, eso en cambio de producir efectos en quienes leemos el anterior, produce a todas luces un efecto contrario, quisiera antes que todo recordarle que fue una guerra y que esta fue desatada precisamente por gente como él para quienes se levantan contra la tiranía y que son objeto de críticas,¿en que parte del mundo una guerra de clases se da con besos y caricias?de otro lado, para financiar esta guerra el secuestro es a quienes acaparan, roban, unos son políticos, otros industriales y/o comerciantes a gran escala y cuyos bienes muchas veces han sido de dudosa procedencia, no son ellos los ideales a quien cobrarles el impuesto para la guerra y en favor de la insurgencia política? de dónde más se obtienen estos recursos? Sabemos que quienes cobran este impuesto para la guerra es el mismo estado, como quiera que sea todos les estamos pagando esta extorsión al gobierno para seguir adquiriendo armamento. De qué venganza habla? el pueblo, después de ver el despotismo asesino de todos los gobiernos predecesores prefieren apoyar a los desmovilizados, eso es lo que se ve a diario, en redes sociales, en algunos noticieros que no distorsionan esta realidad, así que estimados señor, en cambio de provocar los efectos contrarios, busque otras palabras que HUMANICEN los comentarios y dejémonos de meterle más leña a la hoguera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Fernando Carrillo V.
Abogado del la U. Libre de Colombia, nacido en Bogotá, amante de las letras, siervo del diccionario y discípulo de la palabra bien hilvanada, coherente e impactante. Lector asiduo y explorador nato. En mi Haber literario reposan sendas publicaciones en periódicos de consagrado renombre y participaciones exitosas en concursos de micro relatos a nivel internacional. En la actualidad soy asesor jurídico independiente y consultor en materia gramatical y de redacción, en la composición de tesis, y elaboración de documentos investigativos y textos en general.