En materia de corrupción, ¿cómo vamos?

Opina - Política

2017-01-30

En materia de corrupción, ¿cómo vamos?

Fue difícil en un momento pensar sobre un tema próximo a opinar, pues son muchos los que generan alarma y pocas personas conocen. Los temas de interés público se han ido convirtiendo en una desfachatez mediática, es decir, los medios hablan con insolencia, cubren a sus grandes amos y el pueblo sufre las consecuencias de tal hecho. Hace tiempo que el pueblo aplaude la desinformación intencionada y, así, lo público no es tan público como parece.

Así que, poniéndome a pensar en todos los temas, concluí que  tienen algo en común: corrupción. ¿Para qué hablar de varias temáticas si podemos hablar del mal de males en la sociedad?

Es preocupante y alarmante que Colombia ocupe actualmente —por una calificación de 37 puntos sobre 100, donde 100 simboliza el menor grado de corrupción— el puesto N° 90 de 176 países en el listado global que realiza la ONG Transparencia Internacional, una clasificación fundamentada en el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI).

Ese puesto simboliza una caída preocupante del país y, asimismo, lo vulnerables que estamos frente a este virus que carcome el bienestar del colombiano de a pie y estanca el desarrollo, incluso, lo reversa. Recuerdo que, para el anterior ranking, Colombia ocupaba el puesto N° 83, lo que significa que, como dicen por ahí, vamos de mal en peor. Y que no se nos haga rara esta calificación, pues bien hemos sido testigos estos últimos días de los aberrantes hechos de corrupción acompañados por el cinismo de quienes, desafortunadamente, han tenido las riendas de este país en todos estos años y no han hecho nada.

Uno de los casos más escandalosos por corrupción en estos últimos días ha sido el de Odebrecht, en el cual, como muchos saben, los directivos de esta transnacional reconocieron ante la justicia estadounidense el pago, por concepto de sobornos, de 788 millones de dólares en doce países de Latinoamérica, entre ellos, Colombia.

Los medios de comunicación se concentran en informar y desinformar a la vez; hablan del hecho, pero no del autor ni la organización; hablan del delito, pero no del delincuente y así nos tienen: a nosotros indignados y a los culpables, inocentes y sonrientes.

Ya conociendo el hecho, pasemos ahora a hablar de los autores, personajes de la clase dirigente tradicional de nuestro país que ven en Colombia una fuente de riqueza a costa de la desinformación; en otras palabras, ven en el país la oportunidad de hacerse ricos en cuestión de días, como dicen ciertas propagandas.

Gabriel García Morales, exviceministro de Transporte del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y Otto Bula, exsenador del partido liberal, gobierno de Juan Manuel Santos, son los principales implicados de este hecho cuestionable, los principales personajes en esta historia que parece cuento y no lo es: el primero, señalado de recibir un soborno de 6,5 millones de dólares y el último, la suma de 4,5 millones de dólares con el fin de asegurar dos contratos —cuyas cifras son dadas en billones— de la Ruta del Sol y yendo contra la ley. Es importante aclarar que los anteriores son los principales implicados, pero no los únicos; todo depende ahora de una investigación ligera pero profunda, y que uno a uno de los involucrados en tal hecho, caigan.

Los sobornos no son lo único que se resalta en este caso de corrupción, sino que, gracias a la intensa labor de investigación del senador Jorge Enrique Robledo —uno de los personajes que ha declarado la guerra a la corrupción y luchado contra esta sin descanso— del partido Polo Democrático Alternativo, se encuentra también que el Banco Agrario otorgó un préstamo por 120 mil millones de pesos a Navelena SAS, cuyo 87% pertenece a dos empresas del grupo Odebrecht; lo que más indigna en este caso es que el Banco Agrario prestó a dicha sociedad con una tasa de interés menor a la que se les suele cobrar a nuestros campesinos, y en el momento preciso en que una de las firmas de Navelena estaba quebrada y Marcelo Odebrecht ya había sido condenado a 19 años de prisión en Brasil, ¿coincidencias? No lo creo.

Entonces, podemos ver que la corrupción en nuestro país se vuelve un aire cómodo para aquellos que se benefician de ella y, así mismo, se convierte en un tema fuerte al cual se debe combatir desde las bases, con alternativas representadas en hechos. También, es la corrupción el mal de males, no por término, sino por práctica y somos los colombianos los que pagamos las consecuencias.

Hace un tiempo el debate se centraba en la paz, ya, con los acuerdos funcionando, aunque sea lentamente, hoy el debate es la corrupción y cómo esta ha venido afectando el desarrollo del país. El caso de Odebrecht es solo uno de los más recientes y más claros, pero no olvidemos que la corrupción también está en el negocio de la salud, en la educación; está en el congreso disfrazada de algunos senadores y representantes a la cámara; está en los gobiernos, en el pasado y el actual, proclamando el mismo discurso que representa para ellos la ambición y el beneficio propio, y para nosotros, la desgracia.

Por último, podemos ver más hechos que hoy son noticia, como por ejemplo: la muerte de niños por desnutrición en La Guajira y la bien recibida captura del alcalde de Riohacha, Fabio Velásquez, del partido Cambio Radical, por el Programa de Alimentación Escolar (PAE); al gobernador de La Guajira, Wílmer González, del partido de la U, por irregularidades electorales; a la exgobernadora Oneida Pinto del partido Cambio Radical, por contrato de reducción de la mortalidad infantil del departamento y al exgobernador José María Ballesteros, de Opción Ciudadana. Uno a uno van cayendo, y caerán muchos más.

Así que sean ustedes los que, a su criterio, respondan: en materia de corrupción, ¿cómo vamos?

Gustavo Malagón
Consultor corporativo y de proyectos. Administrador de empresas, Esp. en evaluación y desarrollo de proyectos de la Universidad del Rosario