En camino a una guerra ajena

¿El presidente de Colombia no tiene las facultades para decir “no” a ser una base de soldados estadounidenses ante una invasión a Venezuela? ¿En manos de quién está el país realmente?

Opina - Política

2019-02-24

En camino a una guerra ajena

Días duros son los que viven nuestros hermanos venezolanos. Millones de desplazados que se mueven por toda Suramérica son prueba de que ningún extremo es bueno y Colombia ha sido uno de los países que más vecinos ha recibido y se reparten por todas y cada una de las capitales de  la nación. Más allá de todo tipo de temas, este es uno de esos que tocan el corazón con cada una de las historias de quienes se han alejado de su tierra.

Es que al parecer, luego de muchos años de un sistema mal administrado, los resultados se empiezan a ver y la que antes era una potencia latinoamericana, hoy está convertida en la nación con mayor decadencia en la economía y por ende, en casi la totalidad de su dinámica social.

La comunidad internacional ha presionado luego de la proclamación de Guaidó como presidente encargado, en especial Estados Unidos. Pero detrás del país norteamericano han salido varias naciones más a exigir la renuncia de Nicolás Maduro al poder. La mayoría de países europeos están de acuerdo en que este ciclo ya se debe cerrar, al igual que varios países de la comunidad latinoamericana. Colombia cuenta con la mala suerte de estar ubicado justo al lado del conflicto principal, de tener una pésima administración y con tan mala suerte de estar en los intereses de la agenda geopolítica de los Estados Unidos desde hace décadas.

No en vano, en una reciente entrevista con un periodista español, el presidente Iván Duque  no supo qué responder ante la pregunta: “¿Colombia estaría dispuesta a recibir tropas estadounidenses en su territorio?”. Se dedicó a repetir como un lorito, frases en las que debían ir dos palabras claves. Esas palabras que unen los pupilos del innombrable, que bien les ha enseñado a evadir: cerco diplomático.

¿Será que él no puede decidir eso? ¿El presidente de Colombia no tiene las facultades para decir “no” a ser una base de soldados estadounidenses ante una invasión a Venezuela? ¿En manos de quién está el país realmente?

Haciendo una analogía muy colombiana, los Estados Unidos saben que Colombia es como esa pareja dependiente, a la que ellos van a poder tener y soltar cuando quieran. A través de los años, cada uno de nuestros gobernantes ha demostrado diferentes formas creativas de estar arrodillados ante ellos y a cambio del Plan Colombia, que ha dejado más dudas que certezas, han dejado el país a merced de lo que ellos quieran hacer: bases militares en el amazonas, bases militares en la frontera con Venezuela, mercenarios estadounidenses muertos por sobredosis de drogas dentro de batallones del ejército colombiano, mercenarios ordenando bombardeos a soldados colombianos (bombardeos donde además, murieron civiles que nada tenían que ver con el conflicto armado) e infinidad de actividades dudosas que hacen de los Estados Unidos el “salvador” que ha de llevar a Colombia, gracias a las rodilleras de nuestros gobernantes y sub-gobernantes, a una guerra en la que no tenemos nada que ganar y mucho que perder.

Pero claro, nuestro independiente gobernador no está solo en esta misión guerrerista. Para el uribista promedio, el que se preste al país para albergar soldados estadounidenses es un acto de un presidente “güevudo”, como le llaman ellos a su presidente eterno, cuyas estrategias siempre deben llevar armas, desplazados y muertos en ellas.

Heredando esta cultura mafiosa en la que Colombia sería el patio trasero de los “gringos”, fácilmente se está abriendo un espacio para que se cree otro enemigo que el uribismo necesita urgentemente para seguir llenando de miedo el país y poder perpetrarse en el poder. Los buenos muchachos, que ahora serán parte de la gran red de informantes (recordemos cómo nacieron los paras) y que además, ahora podrán portar armas gracias a las reformas inteligentísimas hechas por el gobierno de la renovación, irán a las urnas a subir al poder al próximo que diga el Gran Colombiano y al próximo, y al próximo, hasta que la historia haya cambiado y le debamos hasta el haber nacido a todos los gobiernos de la seguridad democrática.

Vamos camino a una guerra en la que no vamos a tener voz y voto. Nicolás Maduro es un loco con poder, pero no nos olvidemos de quién es Donald Trump. Si ubicamos a Iván Duque y a sus jefes del Centro Democrático en medio de ellos dos, ¿podremos esperar algo bueno?

La guerra es algo que casi todos los colombianos hemos visto por televisión; un juego en el que el cine hollywoodense nos cuenta que siempre ganan los norteamericanos. Los que aúpan estas ideas de ser la base de un gobierno que va a “llevar democracia” a Venezuela no tienen idea de lo que se siente vivir una guerra y pareciera que la desearan, pero ¿cuántos hijos, esposos, esposas, hermanos, padres y amigos están dispuestos a perder?

 

 

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Cristian Ramírez
Realizador Audiovisual, Cantautor y mal nadador. Escribo para desahogarme con ustedes. ¡Ahí perdonarán!