El presidente está tomando esteroides

Pese a los múltiples riesgos conocidos sobre el abuso de esteroides anabólicos, es posible confirmar que el presidente los consume sin control. 

Opina - Política

2020-08-28

El presidente está tomando esteroides

Columnista:

Ían Schnaida

 

Empecemos explicando que el cuerpo produce esteroides de forma natural a fin de combatir el estrés y promover el crecimiento y el desarrollo; pero hay quienes creen que si a ese proceso se le agrega una ayuda química, los resultados se verán más pronto, así sean simple apariencia. El que quiere verse más fuerte puede lograrlo, si posee el dinero para costearse el tratamiento y la suplementación, así esto le cueste que los testículos más adelante se le pongan como dos corozos. 

El presidente quiere a toda costa verse imponente y amedrentar a sus oponentes. Por ello, ha decidido invertir todo su capital —el nuestro— en asegurarse la victoria por la vía administrativa. Con ayuda de sus aliados y cómplices ha puesto a sus amigos a que arbitren, y sean juez y parte del secuestro de la poca independencia de poderes que nos queda.

No les basta con tener de fiscal al mejor amigo de universidad del presidente ni tener al contralor y al defensor del Pueblo en el bolsillo. Ahora tienen la procuraduría también a su disposición; pero tampoco les basta, porque necesitan tumbar las Altas Cortes. Solo así se puede garantizar la impunidad total que tanto anhelan para ellos en exclusiva. No obstante, el poder del presidente es fuerte a nivel institucional, aunque supremamente débil en cuanto al apoyo y el respaldo de la ciudadanía. ¿Y por cuánto tiempo más se puede conservar la voz de mando sin autoridad diferente a la de las armas que nos intimidan, nos hieren y nos silencian en carne, pero jamás en espíritu? 

Son ellos los que no pueden salir de sus lujosas viviendas sin estar rodeados por decenas de hombres armados para tratar así de huir del miedo de saberse solos. Son un puñado de nada, protegido por nuestros padres, madres, hijos, hermanos y amigos. Van matando de uno en uno, de tres en tres, de cinco en cinco. Amenazan a unos, que son siempre los mismos, y vigilan a otros, que también en sí, son los de siempre. 

El presidente toma esteroides porque es incapaz de dar la pelea sin ayudas artificiales, con trabajo y sudor propios. Es que no lo pusieron allí para que fuera presidente, sino con el objetivo de que ejerciera como recadero del lado oscuro. El problema además, es que al presidente se le están poniendo cada vez más chiquitas y la gente lo nota. No basta con que Caracol, RCN, Semana, El Tiempo (y un largo etcétera) sigan promocionando y publicitando los avances del Gobierno y las supuestas buenas gestiones en torno al manejo de la pandemia y del narcotráfico, que nos sigue posicionando a nivel mundial como un ejemplo de burbuja maligna que desde adentro no hemos podido explotar y desde afuera no se han decidido a ayudar.

No es suficiente con lucir imponente y apreciado, si cuando el presidente sale a la calle y ondea la mano como si fuese en una carroza, la gente le grita que él en sí no basta, que por más rebajado que esté el ejercicio de la política, él es incluso más bajo y ruin, pues su criterio se resume a leer en un telepronter lo que le han preparado para recitar. No necesita pensar. No parece hacerle falta tampoco. 

¿Y a nosotros como sociedad tampoco nos hace falta pensar ni asumir el camino de la dedicación para obtener los resultados queridos? ¿O acaso esperamos que si seguimos vendiendo el voto algún día cambiarán las cosas? Salir de este sumidero como una sociedad fortalecida requiere de pequeños pasos y de constancia. De elegir a buenas personas en cargos de representación. De aprender a conciliar con el otro. De leer y conocer nuestra historia, con el fin de no permitir que nos la sigan repitiendo cada cuatro años que vuelve a iniciarse el país. Casi de cero. 

¿Cuántos años faltan para que la Corte Penal Internacional llegue a tomar medidas sobre los crímenes de Estado que se siguen padeciendo en Colombia? ¿Cuántos años se necesitan para que la sociedad exija sistemas electorales limpios y auditados por la comunidad internacional? ¿Cuándo entenderemos que gran parte del poder reside en el Congreso de la República y no podemos dejar que los caciques de la corrupción sigan dejando en herencia las curules y sus mañas? ¿Cuántos muertos nos faltan para que la gente diga no más? 

No tengo las respuestas y quizá nadie las tenga; pero eso no quiere decir que desfallezcamos en la lucha por cuestionar al poder, por vigilar sus actuaciones y por recordarle a la sociedad, en clave de contexto histórico, quiénes intentan atornillarse en el poder. 

Si no somos la misma sociedad de hace diez años, no podemos actuar igual que hace diez años. 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ían Schnaida
Campesino antioqueño | Periodista de la UdeA | Fundador y director de laorejaroja | Dudo de pa' fuera.