El patriarcado que oprime a los hombres

Opina - Sexualidad

2017-06-04

El patriarcado que oprime a los hombres

Partiendo de aquél precepto Foucaltiano en el que plantea como obligación de cada ser humano el exponer aquel poder invisible (o no tan visible) que constantemente constriñe a cada miembro de la sociedad, me pongo en la tarea de intentar dilucidar un mal que desde el Feminismo (entendido como la lucha constante del humano por eliminar de facto toda discriminación sexista) ha sido a mi parecer, ignorado. Dicho de paso, este texto nace con el fin de exponer uno de los tantos males que corroen a la sociedad, buscando con ello visibilizar (con el objetivo de extirpar) uno de los tantos tumores que tienen a la sociedad agonizando: el patriarcado y sus efectos nocivos para con el hombre.

La violencia simbólica[1] nos diría el Sociólogo Pierre Bordieu son aquellos atentados que sufre el individuo social de una forma que resulta quizá no ser tan explícita pero que |oprimen y desvían a la sociedad hacia un cauce no elegido libremente: esta violencia simbólica por tanto, nos determina en cierta medida a tomar partido por decisiones a las que resultamos habituados debido a aquella cultura en la que fuimos educados.

Así, nuestros actos, que a la vista tienen la apariencia de ser libremente consensuados, ya fueron en cierta forma dirigidos por una entidad sin cuerpo a la que desde los «Estudios de género» se le suele nombrar como Patriarcado (visto como aquella violencia simbólica que por medio del Poder determina estructuras conceptuales que interceden en la concurrente toma de decisiones [p.ej.; «El hombre debe ir a la guerra mientras la mujer cuida el hogar»]).

Nos encontramos en una etapa histórica que tiene sangrando una parte de Oriente y que por tanto ha dado de qué hablar a la prensa; debido a esto no es raro escuchar que día tras día hay muertes lamentables en cada bando que derivan en titulares como el siguiente:

«Combatientes del grupo terrorista Estado Islámico (EI) asesinaron ayer a 19 civiles, entre ellos dos niños y dos mujeres, de un pueblo controlado por las milicias Fuerzas de Siria Democrática (FSD), en la provincia nororiental siria de Deir al Zur, aseguró hoy el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.» [2]

Apoyado en ese trágico dato empírico intentaré visibilizar la cuestión a la que intento remitirme: ante la muerte de 19 civiles, las víctimas masculinas (casi siempre, «jóvenes entre 18-45 años») suelen presentarse de una forma indirecta ya que se aclara únicamente el aspecto de la muerte de niños y mujeres, así la invisibilización del hombre suele presentarse a través de una ambigüedad en la que mediante noticias de este tipo nunca se esclarece la tasa de bajas de los varones jóvenes.

Así, la hipótesis que surge a través de este escrito es que, siendo el hombre jóven per se el arma de facto para que los Estados (o demás Instituciones) combatan sus guerras, es natural suponer que las bajas de hombres jóvenes siempre será una consecuencia esperada en la medida en que son ellos quienes siempre tienen que estar al frente de cada conflicto humano: sea religioso, civil, entre otros.

Imagen cortesía de: The Liberators

Así pues, el Habitus[3] que surge a través de la naturalización de las diferencias biológicas es que el «hombre jóven» siempre será el primero en tener que afrontar los conflictos humanos ergo será este tipo de individuo el primero en desfallecer y presentar los muertos. Por supuesto, aquél que estando en dicha categoría simbólica (de hombre jóven) se niegue a afrontar el conflicto, se le someterá al escarnio, acusándolo de «poco hombre» y por tanto de cobarde indigno (de la que ni siquiera se escapa el Presidente Trump en la pasada guerra de Vietnam[4]); esto por supuesto es basto para concluir que el patriarcado sí que somete al hombre.

Yo, como «joven hombre» que soy tengo que estar preparado para un conflicto que seguramente ni compartiré; yo, como joven hombre que soy, tengo que someterme a un proceso obligado de enlistamiento militar para ser un «buen material de guerra»; yo, como «joven hombre» que soy tengo que someterme a ello, pues «es mi obligación» y de no hacerlo se me «señalará de cobarde».

Qué pena que gran parte del feminismo se haya convertido en una vulgar guerra de sexos; qué pena que el patriarcado lo hayan definido muchos como un agente incorporal que «únicamente oprime a las mujeres, siendo todo hombre sino uno, un potencial opresor».

 

 

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[1] http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu_SobrePoderSimbolico.pdf

[2] https://www.efe.com/efe/espana/mundo/los-combatientes-del-ei-asesinan-a-19-civiles-en-el-noreste-de-siria/10001-3272176#

[3] http://www.eumed.net/tesis-doctorales/2007/jdvv/13.htm

[4] http://www.laprensa.hn/mundo/861167-410/donald-trump-expuesto-como-un-cobarde-de-guerra

David Pérez Aguirre
Estudiante de ingeniería mecatrónica en la ciudad de Medellín, adicto a las trivialidades del conocimiento, programador web y amante de las críticas fundamentadas.