El ojo digital

El ser humano se ha sumergido de tal manera en su trabajo, que se ha confundido con las máquinas, se ha mimetizado con los computadores.

Opina - Ciencia

2020-05-29

El ojo digital

Columnista:

Ana Montoya

 

“Soy un individuo y creo en la libertad
esa es toda la política que hay en mí”.
Charles Chaplin 

 

En los albores de la Revolución Industrial retumbaba el eco de una profecía “El hombre será reemplazado por las máquinas”. Creo que las máquinas jamás podrán destronar al ser humano. Sin embargo, estoy convencida de que lo desplazan cada vez más, lo van empujando poquito a poquito hasta desbancarlo. La abrumante tecnología no solamente ha servido de asidero para que el ser humano se vaya anquilosando en una desidia repugnante, delegándole las tareas más simples a las aplicaciones, cambiando el contacto real por el digital, sino que además constituye una nueva forma de opresión. (Espero que el lector comprenda que no desconozco las bondades de la tecnología). El mundo digital nos maneja como a un par de marionetas y no somos conscientes de ello. 

Ahora bien, dicha represión se da de tres formas: vigilancia, direccionamiento y explotación. La vigilancia se hace mediante el Big Data, el cual permite almacenar un extenso volumen de datos a una gran velocidad. Así las cosas, sistemas operativos como Apple y Android tienen acceso a nuestra ubicación gracias al smartphone, ya que este tiene instalado un sistema de GPS, igualmente cada vez que ingresamos a Google, descargamos una aplicación, un juego o nos colgamos a la red de wifi de alguna empresa, se accede a nuestros datos personales. 

En este punto, debo aclararle al lector que algunas de estas compañías y sus respectivas aplicaciones, piden permiso al usuario para hacer uso de sus datos. No obstante, damos click en aceptar “términos y condiciones” sin saber que estamos aceptando, es la lógica de los contratos de adhesión, para poder acceder al producto simplemente acepto. El problema surge cuando las empresas no piden el consentimiento del usuario para hacer uso de sus datos personales y se valen de Cookies o Data Brokers, para hacer uso indebido de los mismos, de esta manera, cuando ingresamos a una página web y autorizamos el uso de Cookies (o no lo hacemos) se accede a nuestro servidor y es posible consultar la actividad previa del navegador, es decir, saber qué páginas y qué temas hemos consultado. Por ende, no solo es posible obtener información de nuestros gustos e intereses, sino también nuestra ubicación, asimismo, mediante los Data Brokers se recopila información y se vende a otras empresas con fines de marketing. 

Entonces, es evidente que estamos en constante vigilancia, cada click que damos, cada movimiento electrónico que hacemos es registrado; existe un mar inmenso de datos que reposa en el mundo digital y que ignoramos ¿acaso no es esta una réplica del panóptico de Focault? Un ojo digital que nos observa constantemente sin que nos demos cuenta, no podemos verle, pero él sí. 

Se preguntará el lector ¿qué consecuencias trae esta vigilancia?, el direccionamiento, el control del ser humano; antes de que abandone el texto, permítame explicarle. Ese gran influjo de información le permite a las compañías y al Gobierno no solamente conocer a los individuos, sino también influir en la toma de decisiones de estos, mediante un condicionamiento operante, es decir, al analizar los datos se pueden conocer los gustos, preferencias, perjuicios y temores. De manera que el Gobierno puede usar esa información para elaborar noticias que persuadan a las personas a tomar ciertas decisiones, como es el caso de Estados Unidos, en donde se ha especulado que, gracias a Facebook, Trump ganó las elecciones. 

Pero no nos vayamos tan lejos, en Colombia una serie de cadenas de WhatsApp y noticias falsas le costaron el Plebiscito por la Paz. Sin mencionar las noticias que se difunden en época electoral con el fin de direccionar a los votantes, noticias que se alimentan de esa recopilación de datos. Aquí vale la pena resaltar que de acuerdo al Ministerio de Telecomunicaciones, Facebook Colombia cuenta con quince millones de usuarios, mientras que Twitter tiene alrededor de seis millones, ahí le boto el dato al lector, la reflexión va por su cuenta. 

Por último, tenemos la explotación, la cual ha evolucionado conforme lo ha hecho la tecnología, surgiendo nuevas formas de opresión laboral. El exceso de canales comunicativos y la posibilidad de estar en contacto todo el tiempo nos ha llevado a estar enchufados constantemente, me refiero al trabajador que tiene que estar disponible para su jefe veinticuatro horas, siete días a la semana, no puede excusarse por no haber visto un mensaje o un correo, lo cual ha aumentado considerablemente a causa de la pandemia, estamos frente a una explotación digital. El lector me dirá que existen normas jurídicas que impiden estos tipos de acoso laboral, y le hallo la razón, pero debo aclararle que no basta con que la norma sea válida, se requiere que también sea eficaz. 

En este orden de ideas, cabe decir que el ser humano se ha sumergido de tal manera en su trabajo, que se ha confundido con las máquinas, se ha mimetizado con los computadores, como bien lo menciona Byung-Chul Han “Ahora no solo el cuerpo, sino también el ser humano en su conjunto se convierte en una máquina de rendimiento, cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento”. ¿Es eso cierto? me atrevería a decir que sí y que es precisamente la comunicación veloz e inquebrantable la que nos impide descansar, desconectarnos, ser máquinas, esclavos del siglo XXI, las gentes permanecen cansadas y “Estos cansancios son violencia, porque destruyen toda comunidad, toda cercanía”.

Vale la pena preguntarnos ¿cómo combatir esta opresión en la actual coyuntura? ¿Cómo combatir la nueva explotación laboral? ¿Cómo hacerle frente a la sociedad del cansancio si la vida misma se nos presenta en un formato digital? ¿Si la opresión es digital, cómo sería la rebelión? ¿Acaso consiste en cerrar nuestras redes sociales? ¿Dejar de compartir información, de ver videos en YouTube, olvidar Netflix y abandonar los teléfonos inteligentes? ¿Viralizar el no uso de plataformas, aplicaciones y redes sociales? ¿Volvernos una masa de ermitaños? ¿Cómo hemos de llevar esta televida? 

 

Referencias: 

https://www.ibm.com/developerworks/ssa/local/im/que-es-big-data/index.html

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37946548

https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Sabia-Ud-que/2713:Colombia-es-uno-de-los-paises-con-mas-usuarios-en-redes-sociales-en-la-region

https://www.semana.com/nacion/articulo/el-consejo-de-estado-dice-que-se-le-mintio-al-electorado-en-campanas-del-no/510040 

https://www.europapress.es/portaltic/internet/noticia-sigue-pasos-navegador-web-usas-no-acceda-ubicacion-20170314111137.html 

• Byung-Chul Han, La Sociedad del Cansancio. Editorial Heder, año 2012, Barcelona. 

• Conferencia de Chema Alonso, CDCO (Chief digital costumer officer) de Telefónica impartida en el Foro Pilot 2019 en Aragón, Zaragoza. https://www.youtube.com/watch?v=PfM6xXkB78M

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ana Montoya
Escritora.