El falso estrato

Qué patético resulta ver gente criticando paisanos como si no vinieran de los mismos orígenes; como si viviendo en estrato seis en Colombia se pudiera hacer lo mismo que en Londres, París o Zúrich. Quitémonos la venda: vivimos en un país en el que hay más hambre, que llenura.

Opina - Sociedad

2019-03-16

El falso estrato

Habitamos un mundo miserable. No lo neguemos, quitémonos la venda. Vivimos en un planeta sufrido y desigual, en el que hay más pobreza, que riqueza; más hambre, que llenura; menos Gucci y más harapos. Más sed, menos agua. Más cambuches, menos casas. Y así sigue infinitamente esta ley inmisericorde que no tiene culpables ni arriba, ni abajo; sino, justo aquí, donde estamos parados.

Pero, bueno. También vivimos en un mundo ridículo. Mejor dicho, en un país; que, aparte de tercermundista, alberga a millones de aparentosos que, literalmente, parece que no supieran de dónde vienen. Qué vergüenza mirar al mundo con los ojos del desprecio, cuando la calle está llena de compatriotas. Y qué poco es vivir fingiendo que no se oye, ni se ve; que la necesidad no nos golpea y que habitamos en el país de las maravillas.

Hace poco fui al Bulevar del Río en Cali, con unas personas que no hacían más que burlarse y criticar a los transeúntes y visitantes de clase media y media baja. Decían: “Jamás pensé venir acá”. Y yo pensaba: “Entonces, ¿para qué lo hicieron? Si les parece tan molesto, váyanse. Si en su imaginación están en el Time Square o en las playas de Dubai; pues, pidan cita con el psicólogo, porque lamento informarles (por si no sabían) que viven en Sudamérica y que estos individuos aquí alrededor, igual que ustedes, son de raza, pero mestiza”.

Es que vivimos en un país en el que reinan las clases obreras. El colombiano del común es el que rige. Es su tierra, en la que creció, en la que lo criaron y en la que levantó a sus hijos. ¡A respetar! Y qué patético resulta ver gente criticando paisanos como si no vinieran de los mismos orígenes; como si viviendo en estrato seis en Colombia se pudiera hacer lo mismo que en Londres, París o Zúrich.

Yo les recomiendo, en cambio, que hagan las cuentas y se queden calladitos, porque los lujos que da Colombia ni siquiera son reales. Los da la misma y despiadada pobreza de tantos.

Y he dicho ¡a respetar! Igual que a las clases más favorecidas, a los que también han trabajado duro para tener lo que tienen, la suerte les sonrió, emprendieron y les cuajó por la vía legal. Lo que no tolero es a un poco de fanfarrones que se creen mucho, hablando de más y fingiendo que poseen el dinero que les falta; mientras viven con su mente atrapada en un falso estrato.

Y peor aún, no entiendo de qué le sirve a un “don nadie” andar con otro solo porque tiene plata. Pues, hasta donde yo sé, no se la va a regalar, ¿o sí? De hecho, de esta manera, será más consciente de la diferencia entre su situación económica y la de su amigo, sufrirá en su farsa y se frustrará. Mal negocio.

Y siguiendo, ¿Cuál es que es el peso que tiene la realidad para tantos que se endeudan por aparentar, por llevar una vida que ni siquiera pueden pagar? ¿Para los que venden su cuerpo, su amistad y hasta se casan por físico interés? La negación es peligrosa porque genera un vacío interior; que, única y exclusivamente, se llena con la realidad y con coherencia entre esta y lo que se piensa.

Yo aconsejo, úntense de su país porque es el único del que van a ser. Y acéptense porque son las únicas personas que encarnarán, al menos en esta vida. No se distraigan. Además, qué vergüenza, en serio, ser tan interesados. ¡Qué infelicidad! No olviden que cuando a alguien le deslumbra el dinero se le nota y, que muchas veces, los que más tienen (y menos mal ni se sabe), son los que menos hablan al respecto.

( 2 ) Comentarios

  1. Abelardito de la Espriella aquí estás más que pintado!!

  2. Parece que retrataron a un rábula que el país conoce…le dicen Abelardo…

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Lorena Arana
Periodista con Máster en Escritura Creativa. Libro: 'Poemas de cabello corto'. Cuentista y microcuentista de última generación. Tía de oficio. En ocasiones, premiada. Ansiosa rehabilitada - hipocondríaca en reparación. Meditadora, trotadora, lectora. Y mi perra sonríe cada que me ve.