El día que me enamoré de quien no debía

Opina - Relaciones

2016-05-19

El día que me enamoré de quien no debía

Dicen que el alma no se equivoca. Dicen también que uno no elige de quien se enamora. A veces, llegan a nuestra vida personas que tienen una misión específica: de ellas debemos aprender; a través de ellas estamos destinados a conocer algo o, por medio de ellas debemos probarnos cosas y darnos cuenta de qué estamos hechos.

A veces, con determinadas personas que llegan a nuestra vida, las vivencias o momentos serán específicos. Algunas, nos darán los días (o las noches) más bonitas de la vida, sin embargo, la historia, no tendrá un final feliz. Esa persona se marchará (probablemente) sin decir nada, sin dar explicación, dejando interrogantes, dudas y conjeturas en el aire; las cuales serán difíciles o imposibles de responder.

A veces, nos enamoramos de quien no debemos. Cuando en el alma hay una “sobredosis” de sensibilidad, no se ve maldad en los demás y se piensa que el otro que está (o estuvo) a nuestro lado, no nos hará daño. A veces, se piensa que el otro está en la misma sintonía y así como uno, está dispuesto a entregarse con alma, vida y corazón como dice el dicho. Sin embargo, uno se equivoca y las señales que nos da el otro, son recibidas con algún grado de distorsión.

Cuando nos enamoramos de quien no debemos, olvidamos (consciente o inconscientemente) que solo debemos abrir las piernas, porque el alma y el corazón no se le entregan a todo el mundo. Cuando nos enamoramos de quien no debemos, justificamos las acciones del otro hacia nosotros, sin importar el daño que eso nos hace. Incluso, a veces hacemos caso omiso a dichas acciones.

Imagen cortesía de: cancionnueva.com.es

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Cuando nos enamoramos de quien no debemos, tenemos (o ponemos) demasiada fe en esa persona. Creemos ciegamente que cambiará las actitudes que él o ella tiene con nosotros, olvidando que si el otro amara, no despreciaría, no maltrataría, no ignoraría, no violentaría. Olvidando también que quien quiere bonito, desea lo mejor para uno y evita causarle cualquier sensación de daño o de malestar.

Cuando uno se enamora de quien no debe, no escucha razones o consejos de quien no está viviendo esa situación (llámese amigos o familia, quienes preocupados en parte, buscan abrirnos los ojos, aunque la realidad sea dolorosa). Uno piensa que el otro está errado en el concepto que da, porque no “entiende” la historia. Es posible que tengamos razón al pensar esto, sin embargo, no debemos olvidar que los toros se miran mejor desde la barrera y que cuando uno está fuera de un círculo, tiene la capacidad de ver todo con más objetividad y sin los sesgos que se tienen cuando la vivencia es la propia.

Cuando nos enamoramos de quien no debemos, pensamos que así el otro no nos quiera (o al menos no lo suficiente), eso no tiene importancia. Creemos y llegamos al punto de convencernos que el amor que uno siente alcanza para los dos, sin saber o tener en cuenta que en una relación afectiva, es importante que los dos se entreguen, que los se den en la misma medida. No quiero decir con esto que uno da esperando algo a cambio. No es eso. El punto es que resulta muy bonito e inspirador cuando uno sabe que el otro también alimenta la relación que se tenga. Porque, a decir verdad, una relación no es sana cuando hay uno de los dos que da más que el otro.

Enamorarse de quien no se debe es doloroso. Deja un sentimiento que va más allá de la tristeza. Genera un malestar (si es que esa es la palabra) que no se puede describir, porque se siente que una parte del corazón y del alma están vacíos y lastimados.

Es bastante probable que a todos nos haya pasado una situación como esta. A algunos con más incidencia que a otros. Es posible que después de eso, no queramos saber nada del amor, cerrándole la puerta, las ventanas, la entrada a alguien de nuevo. Esto se da por el temor a sentirnos lastimados de nuevo, por el miedo a volvernos a equivocar de sentimientos, o porque aún la herida sigue abierta. Esta actitud es normal por un tiempo, no obstante, no es el hecho de negarse a sentir amor. Se trata solo de aprender a ser más sabios, a saber querer o amar más desde la razón y no solo desde la emoción (aunque sea complejo) y a aprender a saber hacer mejores “filtros” para elegir a quien queremos a nuestro lado, porque a veces, por el solo hecho de no estar solos, llenamos nuestra vida y nuestro espacio con cualquiera; y eso, de ninguna manera, es bonito.

 

( 3 ) Comentarios

  1. Natalia, te felicito, diste en el clavo con ese tema….

  2. gracias, me ayudaste 🙂

  3. ¿Y si crees que eso de amar desde la razón es de sabios? Creo que se puede elegir desde la razón, pero ya con el tiempo, hayas elegido bien o mal, si de verdad te enamoras la razón queda a un lado.
    Muchas felicidades por el texto, muy bonito.

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Natalia Arango
Colombo-canadiense (Inmigrante). Leer, escribir y contemplar la naturaleza en sus diversas expresiones son mis pasiones. Tengo un DESS en Administración Social. M. Sc. (Trabajo Social). Montréal, Canadá.