El cómo y el porqué no salimos de la inopia

Cabe recordarle señor colombiano de clase media baja, con celular de media alta, educación de media bajísima y aspiraciones de estrato alto, que gracias a sus pésimas decisiones, esa comunidad que usted llama ñera, es más del 70% de la población colombiana.

Opina - Sociedad

2018-03-21

El cómo y el porqué no salimos de la inopia

Elecciones. El proceso “transparente” de la democracia. No es de sorprenderse los resultados de las últimas elecciones y los pronósticos de las que vienen. Una correría de abstencionistas que sobrellevan el país que nos tocó en suerte como viene, sin el criterio de hacer de su derecho por excelencia, una herramienta para tratar de mejorar su situación actual.

A un lado del anden está la derecha recalcitrante que sigue jugando a la mentira y al miedo como arma principal para capturar incautos. Aprovechando ese arribismo innato que nos hace creer que somos mejor que el vecino, sintiendo miedo por los pocos chécheres que tenemos, pensando que nos los van a quitar los castrochavistas.

Por otro lado se encuentra esa izquierda que es mas centro, con su postura “cool” que ya nos vendió el farsante de Peñalosa y que sin razón alguna el profesor Mockus llegó a apoyar, montando las buenas intenciones en el lomo de un mimo y una cebra. La gritería de los verdes al argumentar que somos anti corruptos, pero no me junto con esa chusma, nos hace pensar que tan lejana realmente es la bandera de sus representantes de los nefastos Chulavitas que nos han impuesto esta nación adoradora del divino niño y de la discriminación, como parte de la larga lista de bondades que debemos tener para ser gente “divinamente”.

Los muertos siguen apilándose en los campos colombianos y las víctimas sin rostro son las mismas de siempre. Gente humilde que se cansó de bajar la cabeza y se la vuelan a plomo por no dejar que su dignidad sea pisoteada una y otra vez. Y mientras los medios no toleran ni siquiera a una trabajadora que se niega a persignarse por sus creencias, olvidan que, en nombre de la democracia, sigue el baño de sangre de lideres sociales.

El silencio de la iglesia y de los representantes de la fe y las buenas costumbres, demuestran que aun azotamos al pobre con biblia en mano y moralidades inventadas, mientras los mas elementales derechos son olvidados.

La pequeña luz en el camino que los decentes e indignados ven al final del túnel, se está cerrando por su propia soberbia. Los demócratas también son prejuiciosos al parecer en el país del sagrado corazón. No se toman la delicadeza de pensar como país y se mordisquean entre sí como perros rabiosos, sin medir el futuro y pensando en su propio y egoísta presente.

Periodistas que se enfrentan a los poderes, al final pelan el cobre y demuestran su verdadera agenda y prefieren el juego de la zancadilla, a hacer un análisis concienzudo de la realidad, del pasado y de las posibilidades de futuro. Y la cereza que adorna este postre de la inopia, es esa Colombia que no puede ser más superficial y absurda, al usar la imagen de Petro en la entrevista de Daniel Coronel como excusa para deslegitimar su pensamiento político.

Ahora resulta que estar en la clandestinidad y usar una gorra para proteger su identidad es motivo para hacerlo pasar por «ñero», malandro y delincuente. Cabe recordarle señor colombiano de clase media baja, con celular de media alta, educación de media bajísima y aspiraciones de estrato alto, que gracias a su estúpida forma de ver el país y las pésimas decisiones, esa comunidad que usted llama ñera, es más del 70% de la población colombiana.

Por la incapacidad de pensar en cosas tan obvias como la educación para todos, el derecho a la salud y la ignorancia de discriminar al otro por su ropa o su ingreso económico. Usted colombiano divinamente debería entender que no es más que un payaso disfrazado de rico en un país pobre y desigual y que su esfuerzo por más que sea genuino no le da derecho de juzgar a aquellos que por suerte, supervivencia y olvido del estado viven en situaciones precarias.

Es verdad aquella frase de cajón: “si quiere tener plata, hay que trabajar para conseguirla”; pero también es cierto que muchos así quieran no pueden acceder a un trabajo digno o a una educación. Y si me va a decir que, si yo abrazo al ñero que me robó en Colombia, yo le digo que también sentí bronca, pero me da más bronca los culpables verdaderos. Los que ocupan puestos públicos que le han robado la esperanza a ese que para poder sentir algo propio decidió empuñar un arma contra un prójimo.

Prefiero al ladrón que me da la cara y no el que se escuda detrás de una corbata en su camioneta blindada robando el futuro de todo un país. No creo en los medios de control ni en los de gobierno. Aprendimos a asumir lo que nos toca. Pero eso no nos quita la libertad de decirle a los verdaderos ladrones que su hora les va a llegar y ahí si no va a haber abogado ni plata que les salve el cuello blanco. No importa si es de izquierda, derecha, arriba, abajo, centro o reversa. No importa si es cura, Pastor o ateo. No va a encontrar escondite ni legal ni sobrenatural para pagarla. Por ahora este sistema le da la razón y la está sacando barata.

Nuestra condena no es ser como el vecino, o vivir en el ciclo incesante de la estupidez de ser los mismos con las mismas. Nuestra sentencia se reduce en pensar que más abajo no podemos estar, cuando caímos a un pozo que no tiene fondo. Y si lo tocamos, tenga la seguridad que ya será demasiado tarde.

 

 

( 2 ) Comentarios

  1. Es una muy buena reflexión para que nos sacudamos!

  2. Qué buen reflejo de nuestra realidad.

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Dario Hernández
Escritor de novelas. Contrera, despatriado, exiliado y ácrata. Ni militante, ni hincha, ni creyente.