El anillo de Jerjes, un mito para la modernidad

¿Podrá Colombia aprender a manejar la sanción social de la manera más eficaz posible o seguiremos esperando que los políticos hagan este trabajo por nosotros?   

Opina - Política

2019-02-12

El anillo de Jerjes, un mito para la modernidad

El anillo de Jerjes es un mito que fue expuesto hace más de veinticinco siglos por Platón y lo encontramos en el Libro II de La República. Todas las metáforas del ateniense están cargadas de política y ésta no podría ser la excepción. Platón propone un experimento ético que podría resumirse en la siguiente pregunta: si no hay nadie que vea lo que estás haciendo, ¿querrías o podrías hacer lo que se te venga en gana? Este mismo planteamiento ha sido retomado en diversas situaciones contemporáneas.

Un experimento en Stanford y Harvard, por ejemplo, propuso a dos grupos de sujetos torturar a una persona, estableciendo una sola diferencia: al grupo número uno se le da total visibilidad, al otro se le ocultan sus identidades. ¿Adivinen quiénes se ensañan más con su víctima? Aquellos a los que se les esconde su identidad se tornan más agresivos y crueles que quienes tenían los reflectores encima.

Platón es quizá el pensador más visionario que puede tener occidente. No en vano Alfred North Whitehead dijo que toda la filosofía de occidente son notas al pie de página a la obra de Platón. Un pensador político cuyas reflexiones nos dan luces sobre la moral y el conocimiento. Para Platón el hombre necesitaba tanto de la sociedad que era impensable que alguien viva sin ser parte de un ente social. A partir de los pensamientos de este pensador, es claro que la sanción social es indispensable para una sociedad; pero parece que los ciudadanos colombianos hasta ahora lo estamos comprendiendo. Eso es un logro fundamental para que nuestra sociedad crezca y se desarrolle de manera eficaz. Sin embargo, debemos trabajar duro para que esa sanción social sea cada vez más efectiva.

Hoy por hoy hemos logrado que varios individuos sean dejados por fuera de sus cargos por procederes incorrectos a la hora de ejecutar su trabajo. Eso le acaba de pasar a Juan Pablo Bieri, el director de la RTVC, quien después de que se filtrara una conversación en la que censuraba el programa televisivo “Los puros criollos”, fue sacado de su cargo gracias a la sanción social, gracias a la presión de la ciudadanía que exigió que Bieri renunciara.

Hay también otro movimiento que está dando la lucha para que el fiscal general sea depuesto. Los ciudadanos se han organizado para “pedir su cabeza” y seguramente no descansarán hasta lograrlo. Son ciudadanos de a pie que han tomado en serio su labor de denuncia y trabajan para que Néstor Humberto Martínez salga de su cargo a causa de todas las triquiñuelas y malas prácticas que ha usado desde su posición de poder. No sabemos si lo lograrán, pero lo que sí sabemos es que se está gestando un cambio, y así como otros países pueden tumbar fiscales, y meterse con otros cargos de poder, Colombia también puede prepararse para lograrlo.

Claro que no la tenemos fácil: en Colombia al que piensa diferente y al que es capaz de alzar su voz y reivindicar sus derechos lo asesinan. A los reclamantes de tierras, los asesinan, a los críticos del Establecimiento los asesinan; al pueblo, al campesino, al eslabón más frágil de la cadena lo desplazan, lo hacen desaparecer. Tan solo este año van ciento sesenta y nueve líderes sociales asesinados, y el gobierno al parecer solo tiene ojos para arreglarle la casa al vecino.

La sanción puede aplicarse también para figuras que están en niveles menos elevados de poder. Tan solo ayer estaba en boca de todo el mundo María Antonia García de la Torre a propósito de sus denuncias a Hollman Morris por un supuesto acoso; según María Antonia, Holman la besó a la fuerza, denuncia que no cayó muy bien entre algunos twitteros, pues la señalaron de oportunista y además le sacaron varios tuits en los que la periodista se refería de manera más que amigable hacia el señor Morris. Los tuits fueron borrados por María Antonia, pero sus contertulios de red social ya tenían pantallazos de los mismos.

Pero debemos llegar al punto en que la sanción no sea solo para las grandes figuras de poder sino para todos los ciudadanos. Si alguien se comporta mal en la calle y no lleva puesto su anillo de Jerjes, también puede ser sancionado. Todos los días son expuestos miles de ciudadanos que de una u otra forma se comportan de manera “inmoral”. Seguramente para muchos un anillo de Jerjes sería una bendición, sobremanera para los personajes públicos, que deben evitar, aún más que los ciudadanos del común, hacer ciertas cosas. Platón sabía que los seres humanos tienen tendencias criminales, como también lo explicaron Freud, Nietzsche y Marx y muchos otros pensadores, que con sus planteamientos han arrojado luces sobre este problema.

Por eso es el turno de nosotros los ciudadanos de pensar y utilizar de manera cada vez más eficaz esta herramienta para hacerles saber a las figuras públicas, y a cualquiera que se sienta en posición de aprovecharse de los demás, que su anillo de Jerjes no los va a proteger de nada, porque están expuestas al control social. La sanción puede ser un instrumento de control político y social indispensable para una sociedad con tantos problemas sociales, políticos y económicos como el nuestro. ¿Podrá Colombia aprender a manejar la sanción social de la manera más eficaz posible o seguiremos esperando que los políticos hagan este trabajo por nosotros?   

 

 

 

   

( 1 ) Comentario

  1. Excelente artículo

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Alexánder Quiñones Moncaleano
Soy periodista, escritor y filósofo profesional. Mis estudios profesionales los cursé en la UIS (Universidad Industrial de Santander). He escrito tres novelas y escribo columna de opinión para para varios medios de comunicación alternativos de Colombia. Estoy haciendo una investigación sobre filosofía Antigua, y Platón es el hilo conductor de dicha investigación. Además soy el fundador del El Shabbat, medio independiente y alternativo donde podrás encontrar una mirada sin sesgos ideológicos o económicos, como ocurre mucho en nuestra patria chicha.