Dolor de patria

Duele terriblemente Colombia porque mientras la gente, los animales y la naturaleza enferman, el gobierno quiere volver al pasado, sin consideración, para regar glifosato sobre nuestras tierras.

Opina - Sociedad

2019-03-14

Dolor de patria

Duele Colombia porque mientras en La Guajira, en el Chocó y en cientos de lugares del país se padece miseria y se aguanta hambre, el presidente, la vicepresidenta, el canciller y demás personalidades, andan preocupadísimos por la crisis de Venezuela.

Duele Colombia porque mientras los exguerrilleros de las Farc, de buena fe, entregaron sus armas y se pusieron a sembrar, a tejer y a ejecutar proyectos que les permitan un sustento, el presidente objeta la Ley Estatutaria de la Justicia Especial para la Paz (JEP) —columna vertebral del proceso de paz—, y nos divide, otra vez, como país, pone en riesgo un acuerdo que salvó vidas y polariza aún más, cuando lo que prometió fue todo lo contrario.

Duele Colombia porque el Centro Nacional de Memoria Histórica queda en manos de quienes quieren reescribir la historia con el argumento de que aquí no hubo conflicto, aun cuando hubo, y sigue habiendo, miles de muertos por causa de la guerra.

Duele Colombia, a más no poder, porque la inseguridad y la violencia parecen estar inundando nuestras calles, mientras la policía se dedica a poner multas a quienes comen empanadas o a quienes llevan en sus vehículos a personas que no son sus familiares.

Duele Colombia porque quieren, así hayan retirado proyectos en el Congreso, censurar a los maestros, ponerles una mordaza, al igual que a quienes usan las redes sociales.

Duelen nuestras ciudades afectadas por el medio ambiente, porque mientras los alcaldes restringen la circulación de los carros particulares, que contaminan menos, siguen rodando campantes los transmilenio, los camiones, el transporte que se mueve con diésel, y muchas industrias continúan botando humo a diestra y siniestra.

Duele terriblemente Colombia porque mientras la gente, los animales y la naturaleza enferman, el gobierno quiere volver al pasado, sin consideración, para regar glifosato sobre nuestras tierras.

Estremece que mientras nuestras mujeres futbolistas denuncian abusos laborales y sexuales, los dirigentes de nuestro balompié les respondan clausurando el campeonato femenino, así hayan reculado, quizás por presión de la ciudadanía y de los medios.

Duele la fiscalía porque la que otrora fuera una institución confiable, hoy posee una pésima imagen, producto, tal vez, del desmedido poder que su cabeza ostenta y a quien se le ha visto con deseos de torpedear la paz.

Sufre la patria porque quieren refundarla a punta de gritos y de articulitos en el Congreso que les den herramientas a los que añoran la guerra, para que este país se maneje como una finca en la que todos obedecen y nadie refuta.

Campea, se bambolea, como reina, la corrupción y hace que Colombia llore de dolor porque mientras las cárceles están en constante hacinamiento, los más corruptos están en la casa, o en las playas, y aquí pareciera que con un grito anticorrupción se solucionara todo.

Duele Colombia porque algunos periodistas se han dedicado a ser jefes de prensa de políticos en lugar de ser jefes de prensa de los ciudadanos. Se retuerce de dolor cuando atacan la paz, cuando generan odio, cuando polarizan, en vez de dedicarse a contribuir con la reflexión, con el análisis y con noticias verdaderas.

Padece Colombia por falta de líderes que unan. Mientras el país político se lanza a una batalla sin cuartel por el poder, el ciudadano de a pie, ese que trabaja, que monta en bus, que estira la platica para poder comer o para poder solventar mínimamente sus gastos, se bate a muerte por subsistir. Entonces, ¿el poder para qué?

Duele Colombia porque secan sus ríos, dejan que la gente se muera de hambre, que los peces floten sobre la arena y que la vida digna se apague, porque en este país la vida misma vale poco, porque más importan los negocios que la salvaguarda de la humanidad.

Duele Colombia porque mientras sube el desempleo, despiadadamente sube la gasolina y, con ella, la comida, el agua, la luz, el teléfono, la televisión, ¡todo!, y los gobernantes en lugar de ponerle freno a las alzas, miran para otro lado. A nosotros no nos falta nada, dirán.

Brillan el insulto y la calumnia, en redes sociales y en la vida real, y con ello hacen gritar de dolor al país, porque para solucionar sus dolencias, la moda es dejar la razón, la cordura, la mesura y el respeto guardados en el baúl de los recuerdos.

La prohibición y las restricciones son el pan nuestro de la amada patria. Ya no se puede hacer nada porque con tal de recoger dinero coartan las libertades. No se puede andar en carro, no se puede comer en la calle, no se puede besar a la novia en público, no se pueden reclamar los abusos sin que todo ello se convierta en un enorme riesgo de ser sancionado. Duele Colombia.

Arrogantes y desalmados, nuestros queridos mandatarios intentan imponer sus puntos de vista a como dé lugar. No hablan con la gente, no dialogan, no conciertan, no escuchan. ¿Leerán? ¡Cómo no va a sufrir nuestra nación!

¡Se acabó la diplomacia! Los encargados de ella se la pasan en cruzadas para acabar con nuestra paz. Andaban, hace unos días, en reuniones diplomáticas en la ONU para que se le diera una estocada final al JEP, y hace otros, para solucionar líos ajenos con amenazas de guerras. ¡Dolor de patria inmenso!

Se mueren los animales en Casanare por la intensa sequía, según lo informó hace pocos días El Tiempo, y aquí se aplaude la actividad petrolera que, según dicen, también es causante de la tragedia.

Se aplaude el fracking a ojo cerrado, sin la suficiente ilustración para llevarlo a cabo y sin siquiera pensar en el principio de precaución, o en consultar a la gente. ¡Llora Colombia!

Duele, duele fuertemente nuestro país, a diario, constantemente, por los abusos, por la negligencia, por la falta de solidaridad y de civismo de los ciudadanos que hasta transportan en el servicio público neveras o morrales inmensos en sus espaldas con los cuales acarician la cara de los demás sin dárseles nada.

Duele el desgobierno del país, y de su capital, en donde se talan árboles para construir canchas de fútbol donde la ciudadanía no las requiere o para construir centros comerciales o ciclorrutas donde hacen falta vías para todos.

Cómo no va a doler Colombia cuando la misma María Elvira Samper ha dicho, a propósito de su libro, ‘1989’, que la conclusión que le queda luego de terminarlo es que “… no hemos aprendido las lecciones, no hemos aprendido a aceptar que otros piensan distinto. Que nos acostumbramos a dirimir los conflictos con la violencia. Y, sobre todo, que aún seguimos un poco en el marco de la Guerra Fría”. ¡Cómo!

En realidad, todo esto sí produce un indescriptible, amargo y hondo dolor de patria. Un verdadero dolor, no como ese que dicen sentir los que se ponen una mano en el corazón, con la cual no alcanzan a abarcarlo porque dizque lo tienen muy grande, pero con el que nos quieren regresar a la violencia. ¡No hay derecho!

Adenda

Se cumplieron 30 años de la World Wide Web. ¡Qué dicha! Ojalá sean muchos más, porque, hoy por hoy, sin ella, no podríamos saber muchas cosas, enterarnos de muchos acontecimientos, acercarnos unos con otros, debatir, investigar, estudiar, trabajar, recrearnos, “viajar” y hasta enamorarnos.

Pero ojalá que los años que le queden sean para enriquecernos como seres humanos, para seguir propiciando la libertad de expresión y para establecer hondas y profundas señales de respeto. De eso, en gran parte, depende su futuro, su buen futuro.   

( 8 ) Comentarios

  1. ReplyConstanza Forero Navas

    Si, es muy cierto y bien escrito todo lo que causa dolor por nuestro país. Pero como tengo hijos y quieren vivir y hacer patria desde sus campos de acción, no me niego a soñar, a creer en los jóvenes que trabajan honradamente, que emprenden, que estudian, que respetan y no discriminan a los demás, que se preparan para aportar y que ponen el alma en lo que hacen. Yo soy una convencida de que en el mejoramiento de la educación está la clave del cambio. Te sugiero escribir ya que tienes el talento sobre lo que nos puede aportar algo de optimismo. Se vale soñar!!!!

  2. ReplyJorge Iván Dominguez

    Interpretas magistralmente el sentir de muchos. Gracias hermano

  3. Cuando se adueñaron del poder (no lo ganaron) me resigné a sobrevivir unos largos años de desesperanza y abusos, aún así dí un compás de espera, bajé toda prevención y controlé toda animadversión para darles una oportunidad de demostrar que estaba equivocado, que no se trataba de una banda sectaria y extremista, que no me cegara ningún mal sentimiento, pero no, desde su primer acto de dictadura, nombramiento de Contralor y de ahi en adelante cada acto, determinación, proyecto o ley, le imprimen un sello mezcla entre veneno y venganza contra todo lo que no se les parezca o los alabe, no escatiman usar lo más bajo, tuercen la ley a su favor y poder que no pueden comprar lo amenazan y así garantizan la impunidad y el poder eterno, qué dolor.

  4. Replyflorangelah@gmail.com

    Si, pobre país despreciando la vida. País sinvergüenza con la vida; que olvida, normaliza, aprueba y justifica la ignorancia y el miedo. Duele su indiferencia, duele su odio a quién sabe qué verdad. Y la dignidad perdida y medidas que uno no entiende, porque parecen normalizar imaginarios para seguir despreciando la vida. Gracias Mauricio, tus opiniones son necesarias. Un abrazo.

  5. Un gran panel por todos los dolores que el régimen actual le infringe a nuestra Patria.
    Una descripción cruda, desgarradora, palpable, del dolor que siente Colombia, que sentimos todos quienes no podemos, no queremos y no tenemos porqué, padecer lo que en su ineptitud grosera, nos arroja en la cara el seudogobierno de turno.

  6. Replyfernando calvo sanchez

    Pero: los principales protagonistas somos la Mayoría de Colombianos que por Acción u Omisión patrocinamos este Dolor:
    Los principales protagonistas de esta Agonía:Pueblo Ignorante,Fundamentalista,Borracho,Machista,Mujeriego,Hipócrita y OLVIDADIZO
    Dolor de patria @laOrejaRoja https://laorejaroja.com

  7. ReplyANDREA MORALES ROMERO

    Un triste articulo de la realidad de nuestro país!!!

  8. Duele y lloramos en silencio, ese silencio que ha sido aprovechado por aquellos que se sienten dueños de Colombia. Silencio que ha visto derramar sangre inocente y ha callado, ese diluvio silencio que ha sido cómplice del narcotráfico y ha permitido que Colombia pase de ser productor a consumidor. Es necesario que despertemos y empecemos a gritar lo que hemos soportado por tanto tiempo. No podemos seguir llorando sobre la leche derramada. Hay que ponernos de pie y luchar para tratar de salvar lo que aún queda de nuestra patria. Es hora de secar nuestras lagrimas y actuar.

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Mauricio Galindo Santofimio
Comun. Social-Periodista. Asesor editorial y columnista revista #MásQVer. Docente universitario. Columnista de LaOrejaRoja.