Autor: Daniel Fernando Rincón
De acuerdo con algunas traducciones, ‘pecho’ o ‘seno’ en hebreo se escribe schadh/schodh palabra muy similar a ‘Shadday’, que es uno de los nombres antiguos de la Divinidad hebrea en el texto sagrado y que tradicionalmente se traduce como omnipotente, todopoderoso.
En ese sentido, algunas traducciones proponen que ‘Shadday’ no debiera traducirse como “’todopoderoso’, ya que literalmente significa ‘quien tiene pechos’. Así, según la Biblia Anotada de Scofield, el término podría traducirse como “el Dador de la Fuerza, el Sustentador de su pueblo”, o en un sentido más amplio “el Todo Suficiente que sustenta a su pueblo”.
Siguiendo dichas traducciones, el Dios hebreo es una divinidad que tiene pechos, al que se le dice Señor, con lo que podría pensarse en definitiva que Dios, es trans.
Trans, según la Organización Panamericana de la Salud, es:
«Un término ampliamente utilizado para referirse a personas cuya identidad de género y/o expresión de género no se corresponde con las normas y expectativas sociales tradicionalmente asociadas con el sexo asignado al nacer”.
y en ese amplio espectro de lo trans, sobresalen dos conceptos claves: transgénero y transexual.
Transgénero, según el documento citado previamente es:
“(Un) adjetivo para describir un grupo diverso de personas cuyas identidades de género difieren en diversos grados del sexo que se les asignó al nacer. El término a veces se contrasta con “transexual”. En este caso, transgénero se refiere a las personas que no han alterado o que no desean cambiar los caracteres sexuales primarios con que nacieron”.
Por su parte Transexual es:
“(Un) adjetivo (aplicado a menudo por la profesión médica) para describir a las personas que buscan cambiar o que han cambiado sus caracteres sexuales primarios y/o las características sexuales secundarias a través de intervenciones médicas (hormonas y/o cirugía) para feminizar o masculinizarse.”
En una oportunidad anterior, me referí a la maternidad de la Divinidad judeocristiana, por lo que a la luz de las definiciones anteriores, una Divinidad que no renuncia a su condición de ser shadday (quien tiene pechos) y prefiere ser llamado Abba (padre) es una Divinidad transgénero y en parte, transexual.
Ahora bien, toda esta disertación tiene sentido aplicando la lógica deductiva y el antropomorfismo en la llamada Imago Dei (imagen de Dios), doctrina cristiana en la que la persona humana fue creada, según el relato del libro de Génesis, a “imagen y semejanza” de Dios, por lo que todo lo que es el ser humano, en tanto corporalidades y sentimientos, es una proyección de la Divinidad.
En este punto es importante recordar que de acuerdo con el evangelio según Juan, capítulo 4, versículo 24, Jesús afirma que “Dios es espíritu”, con lo que en esencia, la Divinidad judeocristiana no tiene ni sexo, ni género, ni está atada a banalidades como la ira, el enojo o el amor. Así, la interpretación de la imago Dei, debe hacerse a través de lo que enseñó Jesús: “a Dios nadie le ha visto jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer” (Evangelio según Juan, capítulo 1, versículo 8).
Según Pablo de Tarso, Jesús de Nazaret “es la imagen del Dios invisible” (Carta a los Colosenses, capítulo 1, versículo 15), lo que implica que Jesús, es el ejemplo por excelencia de lo que en la práctica implica ser hechos “a imagen y semejanza” de esa Divinidad.
En alguna oportunidad anterior hice referencia a lo que se supone debe hacer alguien que se dice ser seguidor de las enseñanzas de Jesucristo, sin embargo, muchos de los dirigentes de las comunidades religiosas que siguen sus enseñanzas, invalidan con sus actos deshonestos las mismas.
¿A quién se le ocurre pedir “donaciones” mínimo de 250 mil pesos en eventos de sanación? Sí, a los pastores de la prosperidad, especialmente si cotizan sobre el salario mínimo al régimen de salud, aun cuando tiene yates y edificios de miles de millones de pesos.
¿A quién se le ocurre oponerse a un acuerdo para terminar el conflicto político armado más largo del siglo? Sí, a los pastores de megaiglesias pentecostales que se preocupan por su sueldo y no por el bienestar de sus feligreses.
Uno se podría aventurar en decir que no hay más anticristiano que los propios pastores de la prosperidad, líderes de una lisonja como es la de la “ideología de género”, actualmente aliados del Gobierno Duque.
Finalmente (aunque este tema es largo y denso), aun cuando la Divinidad judeocristiana pedagógicamente se presente como padre nuestro y tenga facciones femeninas, a pesar que no lo sea, dado que es invisible e incorpóreo, sigue siendo trans, sigue siendo transgresor del orden establecido, a través de su mensaje de igualdad, irrumpiendo en las conservadoras mentes de quienes se dicen ser seguidores de las enseñanzas de Jesús, tal y como lo narra Hechos de los Apóstoles, capítulo 10, versículo 15: “volvió la voz a él (desde el cielo) la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”.
La esperanza es que Dios siga siendo trans, siga siendo transformador a través de su mensaje de inclusión sin distingo de raza, genero, condición social o sexo, y logre romper la cuadriculada, excluyente, misógina, homófoba, clasista y racista mentalidad de aquellos que se hacen llamar pastores y líderes de los seguidores de las enseñanzas de Jesús, para que algún día experimenten lo que narra el texto sagrado:
“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: en verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas” (Hechos de los Apóstoles, capítulo 10, versículo 34).