Diálogo, negación y verdad: en Colombia hubo y hay conflicto armado

La verdad envalentona la búsqueda de la paz, omite el temor para encontrar el perdón, recrudece la memoria para la no repetición. “Hay verdades que se dice que no se pueden decir, pero esta hay que decirla“.

Infórmate - Conflicto

2019-03-27

Diálogo, negación y verdad: en Colombia hubo y hay conflicto armado

Hernán Murel, La Oreja Roja para Periodismo de Verdad

“Para los ciudadanos colombianos y para todas aquellas personas que digan que no hay conflicto, yo creo que lo que hay es que vivirlo”. Son las palabras de John Jairo Mena Palacio, víctima de la Operación Génesis en 1997; que consistió en, tal y como él lo relata, un desplazamiento producido por paramilitares en alianza con el Ejército de la República, “donde llegaban a muchas comunidades, asesinando a muchas personas, torturando, desapareciendo, violando mujeres y dando una orden de tres días para desocupar la región campesina (de la Cuenca del río Cacarica en Chocó)”.

Jhon Jairo, al igual que miles de víctimas en Colombia, rechazan la forma en que diversos ciudadanos y personajes de la política nacional desconocen la existencia explícita del conflicto armado. Mena asegura que “el hecho de que muchas personas no quieran reconocer que hubo y sigue habiendo un conflicto en Colombia, es una cosa aparte. Pero, ¿que ha habido un conflicto? sigue habiendo, porque son muchas las víctimas, muchos los muertos, muchos los desparecidos…”.

Sin embargo, el debate en torno a las opiniones sobre si hubo o no conflicto armado en Colombia toma especial importancia en la opinión pública luego del 19 de febrero del 2019. Este día se da el nombramiento de Darío Acevedo como nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica, quien es un profeso negacionista del propio conflicto.

Una carta escrita por profesores del Departamento de Historia de la Universidad Nacional, sede Bogotá, recriminó la designación diciéndole lo siguiente: “Nos sorprende que usted, que niega abiertamente la existencia del conflicto armado interno, haya aceptado dirigir una entidad estatal que tiene ese reconocimiento como eje central de su actividad”.

¿Es entonces la existencia del conflicto armado un tema que deba debatirse en Colombia? ¿Cuál es el papel que juega el reconocimiento de la verdad en este tópico visto como absurdo por las víctimas?

Jhon Jairo Mena, sentado en una banca de madera en la comunidad Nueva Esperanza en Dios en Cacarica, Chocó, dando la espalda a un mural donde se lee ‘Justicia’, advierte que “nuestro país colombiano es muy grande, pero dentro de esa Colombia hay unas ‘colombias’ apartadas”, y agrega que para reconocer el conflicto sin vivirlo en carne propia, es necesario entender esas ‘colombias’ que han estado al margen por mucho tiempo. La mejor forma para entenderlas es acudiendo al reconocimiento de la verdad.

El diálogo, la búsqueda de la verdad

Desde Holanda, el colombiano Alexander Morea-van Berkum, graduado de la Escuela de Londres en Educación Intercultural y quien actualmente escribe su disertación doctoral para la Universidad Libre de Ámsterdam sobre reconciliación y trauma en víctimas extraterritoriales del conflicto armado en Colombia; analiza la postura negacionista general del conflicto en el país.

Alexander manifiesta que el imaginario social que se ha impuesto en los centros de poder en Colombia es que los conflictos son malos y que, quien sea que se inscriba en esa narrativa, se le excluye del diálogo nacional”. Este engranaje de exclusiones, según Alexander, es nocivo para los procesos de pacificación y de desarrollo colombianos. Él resalta la importancia de conocer la verdad y dialogarla:

“Cuánto bien le haría a la ciudadanía, no solo afirmar el conflicto interno colombiano, sino aprender a vivir y sentir ese conflicto en plena libertad. Sin agredirnos, sin matarnos”.

A su vez, Ana Erazo, politóloga de la Universidad del Valle y urbanista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador, explica que la historia se está mal contando a propósito, en algunos casos desde el sistema educativo. Erazo menciona cómo los jóvenes son susceptibles a caer en estos discursos por no haber vivido el conflicto directamente y acusa al uribismo específicamente de “intentar eliminar toda esta historia sobre el conflicto armado (…) a partir de las redes sociales”.

Para Morea-van Berkum, cuando el colombiano promedio logre pasar la ‘página del miedo’, la ciudadanía empezará a ejercer el estatus político que posee. De la misma forma, hace un llamado a las juventudes de que “la lucha por la memoria social no se libra en redes digitales, ni en libros”, e insta una vez más al diálogo como principio definitivo para encontrar la verdad y aprovecharla al máximo desde ese mismo estatus ciudadano; “aquí me acojo a lo expresado por el profesor Estanislao (Zuleta) en sus célebres clases de psicoanálisis: es lo que se conversa, lo único que existe”.

Negar el dolor como estrategia política

La creciente movilización por la memoria en la historia reciente de Colombia ha sacudido todos los contextos políticos y sensibilizado al ciudadano hasta el punto de que ha sido necesario modificar los discursos, las campañas y las mismas estrategias políticas para cambiar la trayectoria del país. Ana Erazo sostiene que hay funcionarios públicos que desconocen el conflicto armado, en este punto de la historia de Colombia, por simple y llana conveniencia. “Ellos sí reconocen que hubo conflicto armado, pero a la hora de aplicar políticas lo niegan”.

Esta conducta, además de afectar directamente a las víctimas, favorece el otro lado del problema. Erazo argumenta que “este tipo de opiniones negacionistas les convienen más a los victimarios”, entendiendo que el conflicto no es solamente armado, sino también social y político. Que hoy Darío Acevedo no reconozca la existencia del conflicto armado es un golpe y una injusticia directa para las víctimas”.

Por lo tanto, existen “unos victimarios que también han sido quienes han estado en el poder, la élite política y la clase alta”, y negar el conflicto mismo, les beneficia desde sus respectivas áreas.

En cuanto al académico Alexander Morea-van Berkum, un ciudadano llega a la conjetura de que el conflicto armado no existió a través de la ignorancia, pero más aún, a través del miedo. Él recalca que “aceptar, sentir, dialogar y debatir en un ambiente conflictivo, debería conducir a un ciudadano hacia la humildad y la escucha activa”, pero de acuerdo al pensamiento colectivo instaurado en Colombia, el conflicto es asociado al bandidaje, y la humildad a la pobreza y la sumisión. Por eso, las opiniones y los sentimientos políticos desde el conflicto son automáticamente descalificados.

Las conductas negacionistas, para él, también conducen a un clima nacional manipulable, no solo desde la contradicción social, sino además desde la vulnerabilidad:

“No hay mejor clima para una democracia represiva que sostener un estado de pánico en el que la confianza sea un antivalor. Negar el conflicto les permite subastar la riqueza nacional al mejor postor. Eso explica porqué en Colombia una gran mayoría de ciudadanos prefiere negar la existencia del conflicto, al mismo tiempo que naturaliza la violencia de género, la limpieza social y la justicia a mano propia”.

La importancia de la verdad y la memoria

Miles de víctimas del conflicto descargan sus esperanzas en el reconocimiento de la verdad y la memoria para entender por qué pasó lo que pasó, quiénes fueron los causantes del daño y cómo se cerciorará el país de que los hechos no se repetirán.

En ese caso, Alexander resalta que “los círculos académicos e intelectuales que se visibilizan desde el sector público, seguirán produciendo saber social e histórico”, aún si se llegara a pensar que la institución que Darío Acevedo representa, decidiera retroceder en lo que ya se ha avanzado.

Como argumenta Jhon Jairo Mena, redescubrir la verdad será un trabajo difícil teniendo en cuenta que en el país se vive aún una guerra, pero la fe se mantiene en que el trabajo de memoria llegue a buen puerto: “todavía existen grupos armados al margen de la ley, en este caso existe presencia de las Autodefensas Gaitanistas, existe presencia del ELN, entonces cada grupo de esos trata de poner unas condiciones. (…) Creemos que va a ser difícil, pero no es imposible”.

 

 

 

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Hernán Muriel Pérez
Comunicador social - Periodista, Redactor-Editor, Fundador de Cofradía para el cambio - Copec