Del poder, el éxito y otras bestialidades

Cada día, gracias a la guerra y el desplazamiento del campo hacia la ciudad, se genera un sector poblacional que no tiene cómo ganarse la vida ni satisfacer las necesidades vitales.

Opina - Sociedad

2019-05-29

Del poder, el éxito y otras bestialidades

Las ciencias políticas tienen dos grandes vertientes que analizan el poder. La rama funcionalista que iguala el poder con el estatus: presidente, ministro, gerente de hospital, jefe de familia, etc. Y la de corte dialéctico, que determina que la política es el estudio de las relaciones de poder, su reparto y los medios de legitimación que se despliegan para sostenerse en él.

Los funcionalistas creen que el poder se distribuye a todos los individuos de la sociedad. Poco a poco, según ellos, el ciudadano va progresando y entonces, alguien, no sé quién, le da más poder, solo hay que trabajar arduamente y se logra lo que se confunde con el éxito.

Nótese que hablamos del rol del individuo en la sociedad y, para ellos, no es más que competir, sobresalir, acumular y comprar privilegios. Todos sueñan con ser gerentes, tener casa, finca, 200 pares de zapatos, la cartera de moda y medicina prepagada. Esa es la panacea.

Vi un programa de televisión, en donde una señora llevaba más de cinco vestidos para vender de segunda mano y que jamás había estrenado, solo se dio el gusto de adquirirlos.

El Estado y los políticos apoyan y facilitan este modus operandi porque obedece a sus mediciones de progreso. La cosa es que el consumismo ha ido desgastando el medio ambiente, lo hemos agotado.

En sociedades como la norteamericana, la fuerza de ese progreso se basa en la productividad financiera, pues a medida que se asciende en la escala social, se va abandonando el deseo de trabajar en las áreas de producción directa.

En una sociedad como la nuestra, que no posee un modo de producción propio, se invita a gritos a la empresa extranjera porque los “industriales” nuestros se dedicaron al negocio de las gaseosas, la cerveza, el cultivo de palma y la caña, pues no producen lo suficiente como para generar riqueza.

Su éxito se basa en el pago de malos salarios, el despojo de tierras  y la exención de impuestos. Es decir, ganan mucho y no le aportan a la sociedad en proporción a su ganancia. El modelo funcionalista es fallido.

Ellos se enriquecen más y el resto de la población empobrece, el sistema entonces utiliza el poder de la opinión y nos dicen:

  • Nada puede ser regalado; para enriquecernos no deben existir los zánganos.
  • La pobreza es causada por la economía de autosubsistencia.
  • Todo aquel que piense que merecemos un buen sistema de salud, pues aportamos mensualmente a él; o una educación de calidad por ser un derecho fundamental, es comunista.
  • La justicia debe ser punitiva: “El que la hace la paga”. Claro, pero para ellos total impunidad porque la ley es para los de ruana.

La ciencia política de corte dialéctico, parte de la base de que cualquier sistema productivo es y se constituye en un esfuerzo social, luego es imposible que su resultado y la plusvalía sea apropiado y concentrado en mano de unos pocos.

La desigualdad se genera porque es escaso el acceso a la educación, a las posibilidades de salud, vivienda, etc. Y, sin embargo, el trabajo de los asalariados es necesario en la sociedad.

Cada día, gracias a la guerra y el desplazamiento del campo hacia la ciudad, se genera un sector poblacional que no tiene cómo ganarse la vida ni satisfacer las necesidades vitales. Seres humanos que no tienen posibilidades, solo se les ofrece represión, cárcel y desprecio.

Vemos cómo el dinero que de una u otra forma se concebía como una herramienta de trabajo, se convierte en un objetivo. Por él se hace cualquier cosa, hasta vender la conciencia.

La sociedad colombiana está al borde del abismo, la derecha ofrece como solución el fascismo y, a todo el que piense diferente, lo matan. No tenemos más opciones, solo resistir. En las manos de todos está mi conciencia, soy como el yunque que a diario golpea el martillo, resisto y le planto la cara, el martillo se rompe, pero el yunque… ¡Jamás!

 

Foto cortesía de: Semana Rural

 

 

( 7 ) Comentarios

  1. Excelente es la realidad.

  2. Muy ciertas estas palabras.

  3. ReplyJuan Diego Giraldo

    Es una verdad inocultable.
    ¿ Cuál es la solución?

  4. Si no se toma conciencia sobre el verdadero cambio social, sin una política que genere una producción agrícola, no la del pan coger sino para suplir las necesidades alimentarias de has comunidades que cumpla con todas las expectativas tanto del consumidor como las del productor no puede haber equilibrio.
    Llegará el día que sobre el yunque no haya nada para martillar por muy fuerte que sea el martillo.
    Exelente columna. ????

  5. Totalmente de acuerdo.

  6. Mientras la educacipn ests en las manos delas mafias de las religiones los peblos no despertaran de la ingnorancia en politica ovias rasones

  7. ReplyHumberto Suárez

    La guerra es el motor de la historia y l a historia de la civilización humana se redujo al acto de consumir. ¿El modelo económico nos condujo a perder el año como especie?

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Martha Rangel
Socióloga, Master en Educación de Adultos de la Franfûrter Universitât, Magíster en Educación Universitaria de la Universidad de la Salle, Docente en diferentes universidades, Jefe de Proyectos Especiales de la Universidad Santo Tomás, hoy retirada.