Decálogo del doctor sin doctorado

Opina - Sociedad

2016-04-23

Decálogo del doctor sin doctorado

Según la Real Academia de la Lengua Española, se puede llamar doctor en el pleno sentido de la palabra a la persona que ha recibido el más alto grado académico universitario.  No obstante, el colombiano de a pie estira la definición y le otorga tal dignidad al médico, al tinterillo de oficina o al cacique de turno cuando se postula a un cargo de elección popular.  Así es como este país frecuentemente gradúa de doctor a quien no tiene estudios de doctorado.

En un ejercicio cívicopedagógico, esta columna deja a su disposición la guía que le ayudará a identificar fácilmente a esos que se hacen llamar doctores, pero, en realidad, son impostores de la cosa pública. Consúltela periódicamente para que no le digan más mentiras.

Inicialmente hay que decir que los doctores sin doctorado son promeseros e ilusionistas expertos. Para acceder a mejores salarios, mienten compulsivamente sobre sus logros académicos o de gestión, les encanta el protocolo y la burocracia rimbombante.

Los doctores sin doctorado padecen de amnesia selectiva y tienen la facultad de mimetizarse según el color político predominante.  Esta característica degenera en una bipolaridad ideológica que los lleva a experimentar mutaciones significativas durante los meses que transcurren desde el día de elecciones hasta la fecha de posesión y toma de juramento.  No olvide que los primeros 100 días son críticos.

Cortesía Pulzo

Cortesía Pulzo

También debe tener en cuenta que los doctores sin doctorado tienen un apetito voraz. Son lagartos de gran tamaño que se ceban con votos inicialmente, pero una vez alcanzan el umbral y anidan en curules parlamentarias demandan una costosa dieta basada en almendras y mermelada. Gracias a esta dieta, rica en cupos indicativos, el doctor sin doctorado puede multiplicar ratas por fuera de su hábitat natural y hasta revivir micos legislativos.

Aprenda a reconocerlos fácilmente a partir de estos 10 pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión:

  1. Anatómicamente el doctor sin doctorado tiene mano firme y corazón grande.
  2. Si el supuesto doctor acostumbra a “dar lora” enviando fotos íntimas a sus secretarias y no queda muy claro de qué cosa presume, este acosador tampoco tiene un doctorado, ¡Denúncielo!
  3. Difícilmente podrían tener doctorado aquellos personajes cuyo nombre siempre vaya acompañado de algún diminutivo o apodo. Ejemplo: Pachito, Armandito, Simoncito, Lucho, etc…
  4. Si quiere estar seguro que el doctor en cuestión realmente tiene un doctorado sométalo a la prueba del filósofo. Puede ser en un acto de campaña.  Mientras él lo adormece con un suculento tamal, invítelo inocentemente a que repita después de usted el nombre de algún teórico postmodernista.  Puede hacerlo así: “Doctor, que pena, podría decir Foucault”. Si el supuesto doctor responde “Fu qué”.  Sepa usted que no tiene un doctorado.
  5. Los doctores sin doctorado acostumbran dar retuit a los memes de Actualidad Panamericana.
  6. Si el funcionario de sus simpatías en su alocada juventud tenía por pasatiempo la quema masiva de libros, ese pirómano ni tiene un doctorado ni le importa tenerlo.  Es posible que no sea más que un prelado.  Trátelo como tal.
  7. Si su gamonal de confianza usa diminutivos, definitivamente no tiene un doctorado.  Este tipo de líderes piensan que tal grado académico no es más que un titulito ventajosito si sirve para cambiar articulitos.
  8. Si su progresista caudillo es tristemente célebre y famoso por la expresión “eres usted”, solicite medidas cautelares para él ante el Ministerio de Educación Nacional y radique una acción popular que lo obligue a retomar sus estudios de doctorado. Ese sería un acto muy humano.
  9. Tampoco son doctores quienes de una u otra manera ejerzan o hayan ejercido el periodismo. Recuerde que muchos de nosotros a duras penas somos bachilleres y no hemos podido con la escala de Richter. Demás está decir cuan nefasto sería que un presentador de noticias o el dueño de un periódico con el tiempo llegara a ser Presidente de la República…  ¡Momento!  Eso ya pasó y, como saben, ha sido nefasto.
  10. Finalmente, desconfíe de todo aquel que tenga tres huevitos o presuma tenerlos.  Con toda certeza no es doctor y ‘sólo quiere verle la cara, marica…’

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Bocanegra
Otniel Grisales Galvis es Comunicador Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, con estudios de Especialización en Comunicación Urbana de la misma universidad. Tiene experiencia en el sector público como comunicador para el desarrollo (Gobernación de Antioquia - Programa MANA; Alcaldía de Medellín - Presupuesto Participativo). También ha participado en el diseño y ejecución de proyectos de comunicación co-financiados por el Ministerio de Cultura. A pesar de ser periodista lee y escribe de corrido. Es malo para los cálculos, pero le encantan los numeritos. Escribe cuentos para concursos y microcuentos para Twitter. Actualmente es aprendiz de trovador y trabaja en el libreto de una comedia para teatro. La política como circo. Más en @Grisal_O