De «siguiente pregunta, amigo periodista”, a “¿de qué me hablas, viejo?”

Si de homenajes se trata, nadie olvida el acto de desagravio que le hiciera en su momento, año 1999, Álvaro Uribe Vélez al general Rito Alejo del Río, conocido como el “Pacificador de Urabá”.

Opina - Política

2019-11-10

De «siguiente pregunta, amigo periodista”,  a “¿de qué me hablas, viejo?”

Columnista: Hernando Bonilla Gómez

 

Por fin le llegó el día al exministro Guillermo Botero. Se recuerda que en sus inicios en la cartera de Defensa planteó la regulación de la protesta social porque, según él, esta debía ser ordenada y representar los intereses de todos los colombianos y no solo de un pequeño grupo, señalando también que era financiada por grupos armados y que detrás de ella había mafias organizadas.

Todo un representante del alto Gobierno criminalizando el activismo de la sociedad y poniendo en riesgo a los líderes y dirigentes sociales.

Según Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su libro Cómo mueren las democracias, uno de los indicadores de un comportamiento autoritario es “la predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluidos los medios de comunicación”, que se concreta, entre otros aspectos, en la intención de aprobar leyes que “limitan el derecho de manifestación, las críticas al Gobierno o a determinadas organizaciones civiles o políticas.”[1]

Pertinente esta cita igualmente, ahora que el senador Uribe señala que el paro del próximo 21 de noviembre pretende desestabilizar a Duque, y este dice que no tiene causa legítima, sino que es una manera de destruir y exacerbar los odios. Están asustados por lo que está pasando en América Latina y preocupados por el 69 % de desaprobación del Gobierno del subpresidente.

Pero volviendo al tema central, debe indicarse que los asuntos que más hicieron mella en la gestión como ministro de Botero fueron, entre otros: la famosa directriz del comandante del Ejército que estimulaba los llamados «falsos positivos», privilegiando los muertos en combate por encima de las capturas.

La ejecución extrajudicial de Dimas Torres, desmovilizado de la antigua guerrilla de las FARC, cuyas abominables circunstancias ya conoce todo el país; los asesinatos de Alexánder Parra, también excombatiente de esa facción dentro de un Espacio Territorial de Reincorporación y Capacitación (ETCR) y del líder campesino, en el Cauca, Flower Trompeta, al parecer otro «falso positivo».

Por último, el bombardeo en San Vicente del Caguán en contra de un “objetivo de alto valor”, alias ‘Gildardo Cucho’, disidente de las FARC, que terminó con la infame muerte de ocho menores de edad, situación que se pretendió ocultar al país y justificar ahora con el viejo argumento de: “no estarían recogiendo café”, cuando el innombrable afirma que “si hay niños en el campamento de un terrorista, ¿qué supone uno?”

Esta es una pequeña parte de la lista, bastante extensa por cierto, de los desaciertos del mencionado exfuncionario del alto Gobierno, en su nefasta gestión como ministro de Defensa que, no obstante haber acordado su renuncia con el presidente de la República, por la inminente aprobación en el Senado de la moción de censura propuesta en su contra, fue enaltecido por su virtud de patriota, según el primer mandatario, por el servicio entregado a nuestra nación, rindiéndole homenaje en la ceremonia de ascenso de oficiales, en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander.

Si de homenajes se trata, nadie olvida el acto de desagravio que le hiciera en su momento, año 1999, Álvaro Uribe Vélez al general Rito Alejo del Río, conocido como el ‘Pacificador de Urabá’, muy a pesar de sus antecedentes, lo que permite entrever que Iván Duque cada vez se parece más a su mentor e ídolo.                     

Sin embargo, el comportamiento del jefe de Estado es el que produce más indignación y constituye un verdadero ultraje o agravio a la sociedad colombiana, cuando se conocen los verdaderos motivos por los cuales el exministro se vio obligado a renunciar, que no fueron propiamente por haberle prestado un invaluable servicio a la patria.

E irrita aún más que cuando un periodista le pregunta al presidente, con el fin de conocer su opinión, sobre la muerte de los ocho menores de edad en el bombardeo en San Vicente del Caguán, este conteste: “¿de qué me hablas, viejo?”

Y es que pasamos de “siguiente pregunta, amigo periodista” a “¿de qué me hablas, viejo?” Un cambio de estilo, pero con el mismo propósito: evitar responder preguntas que no gustan o contestar solo las que convienen.

El primer mandatario de los colombianos no solo se encuentra capturado por el presidente eterno, sino que quiere estarlo, lo necesita y se parece a él. 

En columna pasada ya había anunciado que Duque continuaría atado con más intensidad a la ideología y doctrinas del maestro vitalicio, para sostener su mediocre gobierno, afirmación que se refuerza con su comportamiento frente a la moción de censura y posterior renuncia del ministro de Defensa, de lo que se puede concluir que comparte y aprueba el estilo autoritario de Uribe y lo emula, situaciones que hacen poco probable que quiera y pueda zafarse de esa nefasta influencia.              

            

[1] LEVITSKY Steven y otro. Cómo mueren las democracias. Ariel. Primera edición 2018, pág. 82.

( 1 ) Comentario

  1. no podemos esperar cambios positivos bajo
    la ferula de este nefasto gobierno,rodeado de la
    clase mas reaccionaria y retrograda.
    nada bueno para el pueblo.

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Hernando Bonilla Gómez
Abogado. Comprometido con La Paz y los derechos humanos.