De periodistas, fuentes y gánsteres

Pregúntese, estimado lector, qué o quién hay detrás de cada información, por qué el periodista dice lo que dice. Dude, pero consulte. Porque el problema de los colombianos es que no saben nada, aunque tampoco quieren saber.

Opina - Medios

2020-08-11

De periodistas, fuentes y gánsteres

Columnista:

Mauricio Ceballos

 

La semana pasada Colombia estuvo bastante caliente. No solo por los días soleados que siempre nos trae agosto, sino porque las noticias y sucesos «calentaron» la opinión pública y el panorama político nacional. Y es que por primera vez, el máximo Tribunal Judicial del país (la Corte Suprema de Justicia), impuso medida cautelar de privación de la libertad, con fines preventivos (detención domiciliaria) contra un expresidente de la República.

La pertinencia jurídica de dicha medida es motivo de análisis aparte, pues argumentos jurídico-políticos de lado y lado van y vienen. Me voy a referir en específico a las opiniones que el hecho per se ha levantado. Y no es para menos el escándalo mediático y político que suscitó el acontecimiento en sí; aunque en Colombia estamos acostumbrados a que semana tras semana se presenten alborotos que generan tendencias y mucha indignación momentánea en redes sociales y troleo en foros de internet.

Hoy más que nunca, el país político está polarizado en el entendido de que quien apoye al expresidente y lo defienda y hasta se compadezca de su «difícil situación» es graduado de uribista y todo lo que aquello conlleva. Por el contrario, el que aplauda la decisión de la corte y le parezca que el Estado de derecho debe prevalecer por encima de intereses o pasiones políticas es tildado de guerrillero, neocomunista y otros cuantos epítetos que utilizan los defensores del ‘Gran Colombiano’.

Pero, es que dicha polarización en las redes sociales y en algunos círculos, digamos que es hasta normal. Lo cual no quiere decir que esté bien; sin embargo, es deplorable que los medios masivos de comunicación del país, cuya función principal sea la de informar, como derecho fundamental de cada ciudadano, son los que más estén alimentando la situación al darle micrófono a cuanto político quiera editorializar en ellos.

Aunque, el problema no se limita a la irresponsabilidad de los políticos que siembran odios con verdades a medias. La cuestión va mucho más allá. Se trata, de que los medios no están cumpliendo a cabalidad con lo preceptuado en el artículo 20 de la Constitución en su función de comunicar. Porque están poniendo su línea editorial por encima de la veracidad informativa. En otro escrito cuestioné precisamente, la objetividad del periodista a la hora de informar, versus sus querencias o posiciones personales acerca de determinado tema.

Y como en Colombia hasta las mayores atrocidades se nos vuelven paisaje, ya se nos volvió costumbre que ciertos medios y comunicadores, actúen más como abogados de parte, que como periodistas decentes, que sin ningún reparo manipulan la información y hacen de una mentira, la verdad más eficiente.

Una de las premisas del periodismo es «darle voz a quien no la tiene». Aunque, en Colombia pasa lo contrario. Contaba en estos días un periodista europeo que en dicho continente se hacía difícil, casi imposible hablar con los ministros o parlamentarios, pues estos, nombraban voceros, es decir, quienes se relacionaban con la prensa. Se sorprendía ese mismo periodista, porque en Colombia, los ministros y políticos en general, hablan todo el día. En la mañana en cuanto el espectáculo informativo los llame; al medio día en los telediarios; en la tarde en flases informativos; y en la noche, hasta desde su cama. Ello, refleja las calidades que como funcionarios públicos tienen y de la independencia periodística de quienes los llaman todo el día. No puede ser independiente un periodista que con sus fuentes cuadre el tono de sus entrevistas y menos dejarse manipular de una fuente por ningún motivo.

Buscando entre mis documentos que me dieran un sustento más sólido para escribir esta columna, me encontré con un interesante manual publicado en el año 2004 por la Revista Semana y el periódico El Tiempo, en el marco de un proyecto denominado Antonio Nariño y apoyado financieramente por Reporteros Sin Fronteras. Quiero destacar un aparte de la introducción del mencionado documento, escrito por la periodista Juanita León García que dice «Dime cuántas y qué tipo de fuentes tienes y te diré qué clase de periodista eres». Podría ser una adaptación justa del refrán.

Un periodista vale el número de personas que le pasen al teléfono. Por eso, es tan importante saber cultivar las fuentes, estar lo suficientemente cerca de ellas a fin de conocer lo que hacen desde adentro, pero lo suficientemente lejos para guardar una distancia prudente y una independencia respetuosa con el lector. La relación con las fuentes es complicada: los periodistas usan a sus fuentes pero a la vez son manipulados por ellas. Lo clave es darse cuenta a tiempo cuándo está uno al servicio de ellas.

Este aparte es revelador en cuanto a que el periodista debe observar un buen tino con el objeto de no convertirse en el vocero de su fuente. En el documento jurídico de la Corte, se conoció que el «abogánster» Diego Cadena, apoderado judicial de ‘El Innombrable’, sostuvo conversaciones con el director de La W, al parecer para acordar en qué términos se desarrollaría la entrevista. Términos que manipularían lo dicho por el jurista, con el propósito de informar de forma conveniente a la opinión pública sobre su cliente, el expresidente.

Sin embargo, ayer en entrevista con el abogado Miguel Del Río, el periodista Sánchez Cristo, argumentó que Cadena es una persona invaluable por los clientes que tiene. Reconoció además, que sí habla con bandidos para enterarse de otras cosas y que nadie en su mesa de trabajo se deja sobornar.

Considero, sinceramente, que esto no dejará de ser una anécdota de pasillo, porque en Colombia no hay sanciones sociales. A los periodistas que no hacen bien su trabajo, o que se dejan seducir por los déspotas que detentan el poder, se les debería de castigar no oyéndolos, no creyéndoles y no compartiendo sus contenidos. De esa forma, es como podemos empezar a cambiar el estado de cosas en nuestro país.

Si a los políticos de turno se les castiga en las urnas, a los periodistas debe castigárseles con la no credibilidad de su información. Hace rato dejé de consumir medios masivos, sobre todo los radiales, porque es evidente el sesgo para algunos temas y la intención de manipular sus audiencias a fin de hacerles creer en lo impoluto de ciertos personajes, delincuentes y políticos, lavados ante la opinión pública.

Es lícito en este punto preguntarse ¿cuál es la frontera que divide el informar y el manipular a las audiencias? y ¿qué debe hacer un periodista para no sucumbir a ser manejado por sus fuentes?

El periodismo debe ser siempre un elemento contra poder. Sea quien sea el que lo detente. Además, debe vigilar a dirigentes y políticos todo el tiempo. No debe imponer sus creencias o «quereres» por encima del contexto informativo, porque se supone, que para ello fue formado en la academia. El comunicador, tiene una obligación con el ciudadano: informarlo de todo de lo que él no puede informarse por sí mismo. El periodista no es un ciudadano común. Él es un agente del pueblo, un heraldo que traerá las noticias a su comunidad. Porque de no ser así, se estaría defraudando a sí mismo; a su profesión y al pueblo que representa frente al poder.

Estoy de acuerdo con que el periodista debe hablar con todo el mundo: bandidos, políticos o personas honorables. Porque todos pueden ser sus fuentes. Y a ellas, hay que acogerlas, valorarlas y protegerlas. Pero, considero que ir más allá se puede convertir en una relación tóxica con las fuentes.

Finalmente, lo invito estimado lector, a que evalúe siempre lo que escucha. Pregúntese: qué o quién hay detrás de cada información, por qué el periodista dice lo que dice. Dude, pero consulte. Porque el problema de los colombianos es que no saben nada, aunque tampoco quieren saber. Una audiencia informada, es una audiencia que no se deja manipular.

 

Adenda: La carta que doña Lina Moreno de Uribe escribió es algo calculado. Una jugada que como pasa en el ajedrez, «la dama se mueve con la finalidad de proteger a su rey».

( 1 ) Comentario

  1. Qué o quién hay detrás de cada información? Está el objeto económico explícito y el implícito principal de la empresa. ¿Por qué el periodista dice lo que dice? Porque el periodista es mercancía que se compra y se vende como los jugadores de fútbol. Los hinchas/receptores elegirán el producto que le ofrece el jugador/reportero. El jugador como el periodista escoge las variables, fuentes, técnicas, etc., para su preparación y sacar «buen producto»: Unos ofrecen chalacasgol y demás piruetas espectaculares; otros, hasta ofrecen micrófonos, lavan caras, etc; pero el producto debe estar acorde con las instrucciones del técnico/director. El que haga/diga un «autogol» lo pueden sacar pero, igual, lo pueden contratar en otro equipo/medio. Por lo que como no me gustan esos partidos/medios, me tocó elegir si ver/escuchar o no escuchar lo que ofrecen. Prefiero ver otros partidos/periodismo independiente. Se perdió la función principal de informar, y el derecho fundamental de cada ciudadano no existe

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Mauricio Ceballos
Mauro Ceballos Montoya (Junnio), es abogado, comunicador social-periodista, amante de la literatura, la música, la radio y los animales. persona sensible, buen amigo, alegre y optimista. le gusta hacer las cosas bien y por eso es algo perfeccionista. no le gustan las injusticias y trata de no quedarse callado, aunque a veces es difícil. tiene la costumbre de malpensar, porque dice que así está más consciente de su realidad. por último, quiere compartir con usted, este pequeño escrito que en mucho o en parte, lo condensa todo: Puro humano. Soy juez y parte, fiscal y defensor, luz y oscuridad, ángel y demonio, egoísta y altruísta, tímido y despierto, soy la duda y la razón, lo ideal y lo absurdo, creyente y necio, trasparente y mentiroso. Soy la contradicción perfecta, humanidad pura.