Colombia NO tiene presidente

Colombia hoy se debate entre una justicia que carece de legitimidad y entre discursos efímeros, dejando claro que hay una fuerte ausencia de gobernanza clara y eficaz.

Opina - Política

2019-04-15

Colombia NO tiene presidente

Colombia NO tiene presidente, eso ha quedado claro desde el mismo 7 de Agosto de 2018, día en el que Iván Duque Márquez, contra viento y marea, tomó posesión de la presidencia de la República, el discurso belicoso y los halagos desmedidos de Ernesto Macías hacia el “presidente eterno” dejaron muy claro quién mandaría aquí.

Desde que está en el Palacio de Nariño, Duque no ha sido más que un presidente que ha sido negado más de tres veces por su propio gabinete y hasta por su propia vicepresidenta, ha sido hasta el de los mandados de un par de nostálgicos del poder llevando recados al rey de España, pero no ha podido ser el gobernante que, a la sombra de Uribe, prometió que sería.

Y eso no lo digo yo por decirlo, lo dicen las realidades de una Colombia que en cada rincón asiste a la agudización de la pobreza y la miseria, al recrudecimiento de la criminalidad, al aumento de feminicidios, a la exacerbación del reclutamiento de jóvenes para la guerra, entre muchos otros males que a esta sociedad aquejan y todo ante la mirada impávida de la opinión pública, que no hace más que guardar silencio, al igual que lo hace la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez cuando de hablar de las crisis de este país se trata.

A quien hoy posa de presidente de Colombia se la he hecho mucho más fácil salir a recorrer el mundo hablando de enanos, opinando de y por Venezuela, ondeando las banderas de la oposición al chavismo, mientras ofrece nuestro país como trinchera de una posible guerra, disfrazada de “recuperación de la democracia”, que no sería más que el ocupamiento de los Estados Unidos para saquear todas las reservas de petróleo del país hermano.

Con esto, además, Estados Unidos se ha vuelto un instigador en un juego tan peligroso para la estabilidad de la región, que ni siquiera el ultraderechista Jair Bolsonaro presidente del Brasil quiso asumir. En cambio, a Duque sí lo animaron para que con bravura le dijera al mundo entero que a Nicolás Maduro le quedaban pocas horas en el poder… ¿Cuánto serán pocas horas para el presidente Duque?

Mientras Duque trataba de aumentar su popularidad en medio de atentados, la injerencia en los asuntos de Venezuela y demás actuaciones del partido de gobierno, el país convulsionó y le dejó claro al mandatario que gobernarlo no será nada fácil y más aun si pretende gobernarlo desde el pasado.

El partido de gobierno siempre ha sido claro, como en las palabras de la hoy ministra de trabajo, Alicia Arango: el presidente es Duque, pero el jefe es Uribe. Es por ello que no han ahorrado esfuerzos en aupar las actuaciones de su jefe de partido en contra de la justicia y las instituciones, que se supone son los bastiones de la democracia colombiana.

Uribe no solo le ha salido al paso a su pupilo publicando, por ejemplo, el borrador en Word del decreto que prorrogaría la prohibición del porte de armas que daba pie para que “personas de bien” pudiera acceder con mayor facilidad a la tenencia y al porte de armas de fuego; sino que también se ha encargado de construir la imagen de un Duque que “se tiene que enderezar” y también se ha encargado de dejar en ridículo al nuevo gobierno toda vez que el expresidente como jefe de la bancada que detenta el poder en el Congreso, sigue actuando como si aún presidiera el país, llamando a funcionarios del nuevo gobierno en eventos públicos para que le alimenten el ego, mientras le dicen “sí, señor Presidente…” y él va repartiendo órdenes, como si estuviera en El Ubérrimo’.

En el país desde la firma y la puesta en marcha de los acuerdos de paz se han podido develar las otras caras de la guerra que por años una élite política nos dijo que solo tenía un responsable, un causante y un culpable: sí, las FARC -hoy convertidas en partido político-.

Esas otras caras de la guerra no eran finalmente tan desconocidas; pues la pobreza, la ausencia del Estado en la Colombia profunda que estaba secuestrada por la guerra, la carencia de una atención básica en salud, la falta de oportunidades para acceder al goce pleno de la educación como derecho, la corrupción que campea por cada una de las esferas de la política y las instituciones del estado, la inseguridad ligada al proyecto mafioso que por años en este país ha sido endiosado, la expropiación de la tierra y la convivencia de la ilegalidad con sectores políticos; son algunas de las causas históricas y estructurales del conflicto social y armado que el Uribismo insiste en negar.

Mientras aumentan las cifras de líderes y lideresas sociales, reclamantes de tierras y activistas políticos que mueren a razón de las luchas sociales que lideran en sus territorios con y por sus comunidades; mientras las comunidades Wayuú de la Guajira se siguen muriendo de sed y de hambre; mientras el Chocó se inunda, en Túmaco las mafias hacen y deshacen; mientras campesinos y campesinas reclaman mejores condiciones y garantías para mejorar y sostener la producción del campo; mientras quienes transitando de la ilegalidad a la legalidad han accedido a sustituir los cultivos ilícitos que por años han sido base de la economía de esa otra Colombia endémica asediada por la violencia; y mientras los pueblos indígenas se movilizan en una Minga Por La Vida exigiendo que se les cumpla lo que por años les han prometido alrededor de sus justos reclamos por sus derechos ancestrales y soberanía en sus respectivos territorios…

Mientras sucede todo esto, el gobierno nacional pone su mirada en los problemas de los países vecinos; orquesta ataques a la JEP; se empantana más y más en escándalos de corrupción; orquesta planes para blanquear la imagen del corrupto fiscal general Néstor Humberto Martínez y hace gala de su despotismo y autoritarismo al momento de responder ante las movilizaciones de estudiantes, profesores y ahora con la minga.

Desde que Duque asumió el poder, sus actuaciones, decisiones y declaraciones públicas han pasado por el ojo secular del uribismo, al igual que las de Marta Lucía Ramírez, a la que corrige y regaña la senadora María Fernanda Cabal y todo el gabinete ministerial que debe sortear hasta pedidas de renuncia por parte de algunos integrantes del partido de gobierno.

Esto, en efecto, demuestra que Duque no es quien hoy gobierna y que el Centro Democrático se está confrontando al interior de su propio poderío en el afán de perpetuarse en el poder.

Colombia hoy se debate entre una justicia que carece de legitimidad y discursos efímeros, dejando claro que hay una fuerte ausencia de gobernanza clara y eficaz a lo largo y ancho del territorio nacional, que posibilite la pragmatización, no solo de nuestra constitución, sino también del ambicioso Plan Nacional de Desarrollo de este gobierno espurio, pues Duque no es más que el “presidente tierno” de su propia fantasía.

Para terminar y a riesgo de que este país me convierta en una cifra más de líderes sociales y activistas amenazados/asesinados, quiero preguntarle al presidente Iván Duque Márquez: ¿desde dónde está gobernando, desde el Ubérrimo o el Palacio de Nariño?

( 5 ) Comentarios

  1. ReplyAlfonso Velez Jaramillo

    Muy columna

  2. Lo triste es que no se visualiza un cambio. No hay una esperanza, todas las instituciones están contaminadas, mientras la CPI guarda silencio. ¡Qué triste nuestro panorama con tanta corrupción y tanto hampón.

  3. Hay que hacer esta columna viral! Muy buena.

  4. Totalmente cierto. Y esto se debe parar ya. Uribe Vélez no puede seguir oponiéndose a la implementación de los acuerdos de paz.

  5. ReplyArmando Castañeda Quiroga

    No se puede tapar el sol con un dedo y toda la verdad está dicha, míresele por donde se le mire. Al igual que Venezuela, tenemos dos Presidentes, claro que a la inversa. Aquí manda el de abajo, y el de arriba obedece. Allá el de arriba manda, y el de abajo le obedece a los GRINGOS.

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Kanábico Objetor
Desde los 8 años de edad caminando lo social y los paradigmas de la política, soy hijo de una Feminista. El ANTIMILITARISMO mi estandarte político, la Objeción Por Conciencia mi proyecto vida, el Liderazgo Comunitario y la Defensa de los DDHH son mi hacer.