Colombia necesita por fin una sacudida

Hoy tenemos dos discursos clave, o nos volveremos Venezuela o hemos sido gobernados siempre por una clase corrupta y es momento de cambiarlo.

Opina - Política

2018-02-19

Colombia necesita por fin una sacudida

A poco más de un año del Acuerdo de Paz son más de 220 líderes sociales asesinados. Hasta ahora nadie profundiza en ello y pocos advierten su consecuencia lógica y sistemática. Nadie recuerda que Colombia es un país que ha asesinado a sus líderes. Las elecciones presidenciales de este año son las más importantes en décadas. Por primera vez se parte de un Acuerdo Firmado.

Hasta aquí todo proyecto presidencial se redujo a hablar de paz y pacificación. La percepción colectiva de lo político se redujo a la solución del conflicto. Colombia no ha visto más allá de esa posibilidad, por eso la pregunta hoy es a qué horizonte nos dirigimos. Lo hemos visto: mediáticamente se ha dado espacio al discurso anticorrupción como uno de los problemas más fuertes para el próximo gobierno. Pero esto es un tratamiento ético y judicial sobre la cultura política colombiana, no un proyecto político, no una visión económica, menos aún de sociedad.

Hasta hace poco los medios de comunicación eran contados y estaban integrados al aparato económico y discursivo del poder. En conjunto conformaron un solo proyecto cultural y político que dio con el posicionamiento del discurso, figuras de poder, la creación de una percepción general sobre lo que es Colombia. Sin embargo, la última década cruzó dos factores: uno global, la revolución comunicativa y la apertura de los medios; y otro local, la consolidación final del Acuerdo de Paz con las FARC.

Lo que el internet ha permitido es la deconstrucción del discurso oficial, antes invulnerable, antes, a ojos de todos, verdadero. Lo que esta posibilidad pone en manos nuestras supone un empoderamiento sin precedentes; supone alzar la voz que fue por lo que muchos en otras décadas fueron silenciados, perseguidos, exiliados, asesinados. Esta generación se levanta sobre un nuevo uso y conciencia de la palabra e imagen. El fuego está en el lenguaje.

En la era digital la batalla es discursiva. Hoy tenemos dos discursos: el de Uribe y Lleras según el cual nos convertiremos en Venezuela; el de Petro que sostiene que hemos sido gobernados dos siglos por la misma clase política corrupta y mafiosa. El primero es una falacia que apela poder mediático que construyeron por años; el segundo, una verdad histórica. Ambos conscientes de que la masa no es racional sino emocional tratan de profundizar en ellos y comunicarlos.

Pero más allá de votar por los programas debemos pensar qué significa que gane uno u otro. Difícil es creer en la política porque quienes la hacen la ejercen como administración corrupta. Las promesas son estereotipadas y ninguna campaña podrá romper los márgenes de la publicidad y el marketing político o el discurso que agrada a las masas. Difícil es la reestructuración inmediata del poder pues para ello se necesitan tantos años como tardó esta estructura en levantarse.

Además, porque Colombia nunca eligió sino en medio de una guerra y la predisposición psicológica que esta causaba (miedo, fundamentalmente); difícil es creer en esto porque los votos fueron comprados; porque el discurso fue un engaño; porque por dos siglos de vida Republicana Colombia aún no ha conocido las líneas de la política moderna; porque vive enclaustrada en valores que no nos pertenecen, que no son construcciones de nuestra generación ni de nuestro tiempo, pues las clases políticas replican lo que se heredó del siglo XIX.

Porque para quienes no vivimos el conflicto en carne propia bastaba con prender un televisor y ver el escenario de masacres, atentados, atraso y barbarie, que era el país en el que crecimos y la experiencia que día a día iba a alimentando nuestro ser. Esta crisis de legitimidad es la que nos abre una nueva posibilidad.

El candidato de Uribe es Vargas Lleras. Los demás acabarán la farsa de las consultas para unirse con él. En el teatro político esta es solo la representación del acto de confluencia: la suma progresiva de las masas. Siento que de ganar Uribe y Lleras significa que los jóvenes no hemos despertado como generación, que estamos ausentes, que tememos a la creación de nuevos valores, que no somos capaces de nuevas luchas ni de nuevos retos como sociedad que superen el tema central de las armas y que nuestras mentes están aún ancladas a lo que los medios cultivaron por años en nosotros: a estereotipos de poder, familias de poder, a versiones de la guerra, a un lenguaje y antiquísimos valores como mandatos fundacionales de Colombia.

Que gane otro candidato fuera de esa maquinaria supone, primero, el hecho de la conexión. No vemos televisión, somos usuarios conscientes de la red y debemos entender, ya, que hemos hecho de esta una dimensión que nos interpela, que manda, que gobierna, y que como sociedad hemos creado un fenómeno político. Y que la tecnología fue hoy la herramienta para el empoderamiento: que todos estamos en la batalla discursiva de los medios, y todos, hoy, somos un medio.

Hace días que la figura de Fajardo se vio rezagada tras la de Petro. La imagen de Fajardo como un político no político, de andar en jeans y camisa y no tomar postura frente a nada, es un estereotipo de la comunicación política y que, tras Mockus, difícilmente logrará, con éxito, generar otra figura semejante. Fajardo no conecta con la Colombia rural, tampoco con los sectores desfavorecidos que ven en él un alto académico, no un sujeto que represente esperanza.

¿Qué nos garantiza que es una alternativa distinta sino profundiza en la transformación de los modelos productivos?, ¿qué nos garantiza que luche contra la corrupción si jamás ha denunciado a los corruptos?, ¿qué nos garantiza que sea el líder que afronte la transición más delicada de nuestra historia contemporánea si jamás ha enfrentado a las mafias del poder? ¿Por qué creer que él es distinto?

Diré de Gustavo Petro que significa la ruptura fundamental con la clase política. Pese a que las encuestas lo inflen para reforzar lo que Uribe viene advirtiendo, el pánico de su ascenso que sería, según él, la réplica de Venezuela, es un hombre que sabe poner esto a su favor. Entiende que tener imagen y popularidad consiste en mucha buena y mala imagen a la vez. Que su posibilidad está en la de conectar con una generación que se comunica por las redes y que despierta hacia una Colombia en tránsito a nuevos proyectos políticos diferentes al de la reducción de las guerrillas anacrónicas.

Pero no es momento de ilusionarnos con la realización de su programa de una política moderna. Y no por él, sino precisamente por lo que significa que gane: oposición férrea de la derecha, desinformación y ataques mediáticos, y sobre todo lo que es desmontar las estructuras de producción económicas que, amarradas al terror, se han establecido por más de un siglo en Colombia. Son tránsitos lentos que sin apoyo del Congreso y con tantos poderes enfrentados nos llevaran a otros escenarios de confrontación.

Pero lo primero es lo primero y debe ser el iniciar el desmonte paulatino de esas mafias, sus estructuras y los valores políticos que enuncian. Lo que sigue al Acuerdo y lo que sigue a reformar la clase política es una batalla fortísima, pero Colombia necesita por fin esa sacudida.

Hace poco Coronell afirmaba que Petro es una figura que ya alcanzó su techo político. Se equivocaba, y más aún al reforzar su imagen de populista y egocéntrico. Petro es eso y por eso mismo su techo es impredecible y está a merced del momento y del manejo de la masa, la emoción y la capacidad de comunicación. Ser populista y egocéntrico son rasgos de la personalidad y el discurso -que muy bien se acogen en las masas populares-, no argumentos políticos. Petro ha penetrado en los medios. Ha retado el poder y le ha ganado. Consiguió el indulto, la Constituyente, los cargos de representación legislativa con altísima popularidad, denunció el paramilitarismo y su relación con la política y salió vivo, denunció los carruseles de Bogotá, le ganó al Procurador, le ganó a la Contraloría. El escenario en el que hoy figura, él sabe, lo ha creado.

El voto debe ser consciente de todo esto. Ya no son los noventas y los medios tradicionales, como la clase política tradicional, ya no pueden controlar la percepción general. Vamos por lo fundamental y es la ruptura histórica con ellos.

Esta generación ha sido llamada a construir una nueva cultura política porque somos jóvenes y debemos pensar los nuevos contextos, porque tenemos que crear para liberarnos, porque debemos enfrentar la incertidumbre de esta ruptura con un proyecto de sociedad distinto y moderno. Porque esta generación nace y habita en la era digital de la comunicación y debe sostener su proyecto comunicativo y desde ahí alimentar su futuro y su memoria. Porque, como toda América Latina, somos una patria desposeída, violada, rota, y no hemos sanado aún la herida primordial.

 

 

( 6 ) Comentarios

  1. Buen artículo, solo que si gana Lleras puede que no se deba a los jovenes, si no a lo mismo que los a mantenido en el poder y es la compra de votos, ellos no les asusta las encuestas por que estan seguros que sus votos comprados van a ganar…

  2. Interesante encontrar análisis puntuales sobre la realidad colombiana, agregaría una insertidumbre no creo que podamos elegir una persona diferente al establecimiento;porque ellos cuentan los votos y el aparato militar funciona con dos aristas lo que no se puede derrotar en la arena legal, lo derrotan por vía de hecho, el patamilitarismo con esas reglas de fuego que son ya una institución no creo que los votos nos alcancen.

  3. De acuerdo con que los medios de comunicación de siempre ya no controlan la información. La era digital nos hace partícipes de la información como nunca antes.

  4. Me gustaría ser optimista y ver una Juventud que despierta, pero mi realidad me muestra a una juventud que se aísla cada vez más de la realidad…PETRO fue congresista, fue alcalde y puede ser presidente…la mejor opción..

  5. Un artículo para favorecer a Petro, desconociendo otros candidatos y enterrando a Fajardo, hay más opciones fuera de Vargas y Petro. Todo es polarizado nadie escribe o se preocupa por hacerle entender al elector q el es el q decide,

  6. ReplyLuis Carlos Montoya H

    Es como escoger entre morir de cáncer o de sida, pues habrá que votar en blanco en ese caso.

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Danilo Palacios Palacios