Colombia, líder del borreguismo en Latinoamérica

Este no es un paraíso, no estamos ni cerca de serlo y, lo que en un país decente indignaría a sus ciudadanos, aquí se toma festivamente. 

Opina - Corrupción

2020-03-06

Colombia, líder del borreguismo en Latinoamérica

Columnista:

Muldder Criollo 

 

Los políticos en Colombia son un verdadero cáncer, pero aun peor, son sus electores que sin remordimientos se regalan ante una limosna, así vivan el resto de sus vidas en la miseria y en la injusticia. Creí en algún momento que esta sociedad estaba despertando, pero fue un grave error hacerlo. Una minoría es la que todavía tiene dignidad, el resto está cómodo viviendo sobre estiércol.

No me da pena asegurar que Colombia es líder del borreguismo en Latinoamérica, es campeón. No existe nadie que ponga en peligro este título, y no lo habrá por un largo tiempo. Se demuestra que hay corrupción, sin embargo, pocos lo creen, los medios de comunicación informan de políticos que están involucrados en narcotráfico, y no pasa nada. ¿Qué clase de circo es este?

Yo no sé qué es lo que ocurre en este país. No entiendo cómo no sucede nada frente a la basura de noticias que semana a semana nos tiran en la cara. Nadie se inmuta. Si este fuera un buen vividero, tal vez estaría justificada la mansa reacción de gran parte de los colombianos frente a los escándalos que aparecen cada vez que se pestañea, pero no es así.

Este no es un paraíso, no estamos ni cerca de serlo y, lo que en un país decente indignaría a sus ciudadanos, aquí se toma festivamente. En Colombia, al parecer, el horror les divierte y los entretiene.

Podría decir que los políticos literalmente pueden escupir a alguien, y no pasa nada. Hasta ese nivel de reacción se ha llegado.

La cosa la veo de esta manera: por un lado están los ciudadanos, algunos pobres, otros no tanto, cautivos y encerrados dentro de un corral gigante y con pocas oportunidades de salir y, fuera de este, se encuentran los riquitos, bien acomodados en unos palcos con toda clase de lujos. Mientras en el corral los ciudadanos se enfrentan unos a otros, y mantienen su vista hacia lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes, esa élite nacional se divierte viéndolos pelear, arrojan sus desperdicios en las cabezas de sus cautivos, disfrutan las mieles del poder, roban sus impuestos y no les dejan un porvenir claro y seguro.

Se juega con el dinero de los impuestos, se despilfarran los recursos por vanidades innecesarias, pero los ojos de las autoridades están puestos en minucias sin importancia.

Los borregos creen y están convencidos de que vivir al límite es algo natural, que tener un poco más es síntoma de que algo no va bien, que el sentido normal de las cosas es que la gente se muera en la puerta del hospital, o que la educación sea el privilegio de unos pocos. Les metieron la idea de creer que cualquier oportunidad de mejorar es populismo y, como tal, obra de los rusos socialistas que quieren invadir el planeta.

La gente aquí se acostumbró a repetir lo que le dicen, lo que le inculcan. El pensar por sí solos se ha vuelto un crimen. Se debe hacer, decir, sentir y pensar, solo y, únicamente, lo que los políticos dicen. Si ellos aseguran que matar, teniendo razones morales, es algo normal, pues aquí lo creen y se lo toman en serio.

Los políticos en Colombia se consideran seres sobrenaturales, inmortales y superpoderosos. Acá la gente los venera, se arrodilla frente a ellos y les hace venia. Esto es un claro síntoma de borreguismo, pero del crónico. ¿Cómo es posible que esos representantes de una «supuesta democracia», terminen convirtiéndose en seres tan poderosos?

La respuesta es sencilla, y sé que un lector crítico de la sociedad actual sabe cuál es. No vale la pena explicarlo.

 

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Muldder Criollo