Colombia al filo de la oportunidad

Debemos poner fin a la horrible noche, con valentía, sin temores; no nos dejemos amedrentar por quienes han hecho del miedo, del terror y el engaño su bandera electoral para perpetuarse en la barbarie.

Opina - Política

2018-05-29

Colombia al filo de la oportunidad

El 27 de mayo, en las postrimerías del día, empezó un momento histórico para Colombia, pues por primera vez en el país, el Establecimiento no se atrevió a trancar el paso de un candidato al que llama de “izquierda” y “comunista” hacia el solio de Bolívar. Este nuevo escenario tiene a Colombia al filo de una oportunidad única e insoslayable, como lo predijo hace 22 años, la Comisión de Sabios, de quienes me atrevo a prestar el título del texto que dejaron como testimonio, para reflexionar en voz alta.

Los colombianos tenemos en nuestras manos el destino que nos espera. Es la ocasión precisa para escribir otra historia y dejar atrás aquella que ha sido conducida por espurios dirigentes que se han encargado de dejar a su paso una estela de asesinatos, masacres, torturas, saqueos, robos y la lacra que nos caracteriza: la corrupción. Pero para enfrentar eso, el primer peligro somos nosotros mismos, por la educación que hemos demostrado y por la casi inexistente formación ciudadana.

En el libro que referencio, Colombia al filo de la oportunidad, uno de los comisionados que participó fue nuestro Nobel Gabriel García Márquez, quien escribió una pieza magistral que recordamos constantemente: La Proclama, Por un país al alcance de los niños. En esa ocasión y como colofón, Gabo escribía sobre cómo debía ser nuestra “educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma”.

¿Quiénes son los responsables de que esa inconformidad y esa reflexión, necesarias para determinar nuestro destino libremente, la tengamos unos cuantos privilegiados por el sistema educativo y no el grueso de la población? Si esa educación se hubiera dado como Dios manda, hoy nos inspiraría, a todos, un nuevo modo de pensar y nos incitaría a respetarnos como pueblo y a querernos más como sociedad.

Así evitaríamos el temor de parecernos a Venezuela; tendríamos el criterio suficiente para no apoyar dirigentes mentirosos, ladinos, de dudosa reputación, cuestionados por delitos graves de lesa humanidad y por atentar contra nuestros propios intereses colectivos. Los amantes de la mafia no nos inspirarían como espejos a seguir.

El otro peligro: los medios

Pero también esa educación inconforme y reflexiva nos serviría para desechar de plano la imposición de los medios de información y los intereses particulares de sus periodistas. Si nos quisiéramos como sociedad, hubiéramos rechazado tajantemente la tiranía mediática de personajes como Darío Arizmendi, que si tiene miedo, que se vaya a vivir a Panamá; allá tiene su paraíso fiscal. Sería interesante que las autoridades que tratan de esos temas, nos dijeran en qué va la solicitud del periodista para que investigaran sus cuentas.

Del mismo modo nos permitiría, como ciudadanos, pedirles cuentas a Vicky Dávila, a Néstor Morales (el cuñado de Duque), Claudia Gurisatti y Julio Sánchez Cristo, por sus constantes sesgos informativos, especialmente en la defensa de sus empresas, de sus pensamientos y gustos electorales, a los que no tienen ningún derecho a incitarnos. A estas alturas del paseo, cabe preguntarle al periodismo ¿cuál ha sido el papel de estos personajes en las elecciones presidenciales? La historia los juzgará.

La estirpe de los Buendía

El sabio Gabo nos invitaba a aprovechar “al máximo nuestra creatividad inagotable” y concebir “una ética —y tal vez una estética— para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal”. Estamos conscientes de que somos un pueblo creativo; que se madruga todos los días a trabajar honestamente para sobrevivir en unas circunstancias precarias a las que nos han llevado esos mismos dirigentes por los que votamos en las mascaradas en que se habían convertido las elecciones.

El problema de este país también es de clase y ese es el otro peligro. Nos creemos de mejor estirpe que el otro. Ese obrero que puja por sobrevivir con el salario mínimo, creativo y desaforado para su superación, no es mi hermano, no tiene nada que ver conmigo. Allá él. Que se las averigüe como pueda. Quienes van a “conversar” de posibles alianzas ¿pensarán en ese pueblo raso, en vez de su afán desaforado de protagonismo político?

El destino está en nuestras manos y no en la de los “dirigentes”. A mí no me representa nadie que juega a decidir nuestro futuro: cuántos puestos, cuántos ministerios, a cuántos contratos tienen derecho a cambio de una “alianza”. Esos mesiánicos no deben resolver qué pasará. De acuerdo con datos estadísticos, 15 millones de jóvenes están habilitados para decidir en las urnas. Allí está el futuro de nuestro país.

Por esa juventud, por nuestros ancianos, por los trabajadores, por nuestros obreros, por nuestras mujeres; por la cultura, por la salud; por el respeto a la diferencia; por el respeto a la diversidad, en cualquiera de sus ámbitos; por el respeto a nuestra autonomía y a nuestra inteligencia; por este país, en esta hora nona de nuestro destino, necesitamos dejar de lado los odios y diferencias y pensar más allá de nosotros y nuestras mezquindades. Debemos poner fin a la horrible noche, con valentía, sin temores; no nos dejemos amedrentar por quienes han hecho del miedo, del terror y el engaño su bandera electoral para perpetuarse en la barbarie.

Después del 27 de mayo de 2018, nunca nuestra historia volverá a ser la misma. Pase lo que pase de acá en adelante, una fuerza devastadora de cambio nos anima a la esperanza y al sueño de un pueblo mejor, de un pueblo más justo. No dejemos que nadie nos arrebate la sonrisa; que nadie arrebate el derecho a la vida y la ensoñación.

Como decía Gabo, ahora más que nunca necesitamos la luz en el camino con un gran líder de verdad, (no un mandadero) “que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños”. En nuestras manos está.

 

Fotografía cortesía de Portafolio.

( 3 ) Comentarios

  1. Muy comunista el mensaje con estos mensajes cuba lleva 50 años de pobreza y Venezuela lleva casi 20 años de miseria y hambre mucho ojo oídos y atención. Qué nos nos engañen con sus mensajes comunistas. Lo que hay que apoyar es la libre empresa. La propiedad privada y el libre pensamiento. No se nos olvide que Gabo llamo a Colombia país de mierda. Y vivía entre México y cuba. Lo que tenemos es que dejar a nuestros hijos es un país libre donde ellos tengan oportunidad de formar empresa estudiar en universidades libres y que puedan expresar lo que sienten. No vivir de miserias que da el estado ni volver a nuestros hijos en guerrilleros.

  2. Si sabe que T. PIckety Nobel francés de economía ha twiteado q su voto es por Petro? Creer que el neoliberalismo y el extractivismo que ha llevado a Eeuu a tanta desgracia, es lo q va salvarnos, es la triste falta de criterio que no deja entender q acabar con nuestro feudalismo anacrónico subiendo impuestos a tierra improductivas es el 1 paso para un capitalismo saludable y equitativo. Hijos guerrilleros habrán más si los campesinos no estudian y sigue la guerra.

  3. En la foto del artículo, veo algunos de los otros autores del libro «Colombia al filo de la oportunidad». Libro que debería ser de obligada lectura entre los estudiantes universitarios. Gracias por su artículo.

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Marcos Fidel Vega
Comunicador Social Periodista. Docente universitario. Investigador de la cultura colombiana.