¿Ciudadanos de bien?

Vale la pena revaluar este término que, por cierto, se ha vuelto discriminatorio, mentiroso, subjetivo y engañoso. 

- Política

2020-02-24

¿Ciudadanos de bien?

Columnista: 

John García Fitzgerald

 

Al leer los comentarios sobre la editorial de uno de los principales medios nacionales, encontré, entre muchos, uno donde se insultaba al autor. El agresor se autocalificaba como “ciudadano de bien” y, refería un rechazo superior del 90 % de los “colombianos de bien”, hacia el célebre personaje. Al ojear el perfil del “internauta de bien” se encuentra que es fanático de uno de los partidos políticos con más hechos relacionados a la corrupción y, como ñapa, dicha persona dice ser cristiana… ¿cristiana de bodega?

Ser ciudadano, no solo implica tener derechos y deberes dentro de una sociedad, dentro de un Estado, pero ser o llamarse “ciudadano de bien” es y significa mucho más, aborda esa dicotomía entre el bien y el mal, lo correcto e incorrecto, lo moral y amoral, valores y definiciones que resultan subjetivos, tan subjetivos como aquellos fieles devotos de la virgencita… que antes de “hacer la vuelta”, postrados de rodillas rezan las balas e, incluso, piden puntería, resultan ser buenos padres, amorosos hijos con la cucha y amigos alegres y derrochones, ¡sí, los sicarios!, pero en su círculo, en su contexto e imaginario, son “ciudadanos de bien”. Estos criminales resultan ser tan «buenos ciudadanos», que hasta un comandante de las FF. AA., se condolió y lamentó ante la muerte de uno de ellos, a pesar de haber sido el verdugo de varios miembros de esas Fuerzas Armadas que lidera. A ese nivel ha caído la escala de valores en nuestra sociedad, que ojalá fuera zoo-ciedad, pues sin duda sería mejor.

Una mayoría se autodenomina “ciudadanos o colombianos de bien”, pero no respetan una fila, arrojan basura y colillas a las calles y parques, violan con frecuencia las señales de tránsito, aunque expongan su propia vida y la de terceros, invaden carriles, supuestamente, exclusivos para el transporte masivo, lo mismo hacen con las zonas peatonales, no respetan los derechos de los niños o los adultos mayores, agreden y dañan el medio ambiente, derrochando consumo de electricidad y agua; contaminándola al verter aceites y otros productos por los sifones de la casa, además, hacen uso irracional y desmedido del papel, de elementos desechables, maltratan incluso a sus propias mascotas, no respetan las normas básicas de convivencia que implican vivir en comunidad. En cuanto a las redes sociales y los disentimientos normales que en ellas se presentan, no saben argumentar o respetar las diferencias y recurren al insulto, la injuria e incluso la amenaza.

Un ciudadano de bien, una persona de bien, no comulga con la corrupción, no se apropia de lo ajeno, sea que se encuentre un teléfono celular, o guarde silencio ante el error de una cajera que le entrega más dinero del justo, devuelve lo que le prestan, cuida los bienes públicos que a diario usa, sea en servicios de transporte, zonas comunes de centros comerciales, unidades residenciales, entidades oficiales o privadas.

Irónica y, contradictoriamente, hay personajes señalados como genocidas o corruptos (sea por acción u omisión), que crean cizaña, que dividen, otros de la vida pública señalados de haber sido electos gracias a la compra de votos, de ser desplazadores de humildes campesinos, políticos o empresarios que han conformado uno de tantos “carteles” que afectan a los usuarios o consumidores, incluso hasta llevarlos a la muerte, como ha ocurrido con carteles asociados al tema de la salud y los medicamentos, o algo tan sagrado como la alimentación infantil, en un país, donde aún mueren niños por causas asociadas a la desnutrición.

Respecto al periodismo, pululan quienes faltan a la ética y la verdad, para favorecer y silenciar los actos de poderosos corruptos, o gobernantes de turno, la ironía enunciada es que estas personas sin escrúpulos y, con exceso de cinismo, suelen llamarse “ciudadanos, colombianos de bien”, probos e impolutos…

Hay que revaluar ese término que se ha vuelto discriminatorio, mentiroso, subjetivo y engañoso: “ciudadano o colombiano de bien”, si lo ha de usar respecto a usted mismo, haga un exhaustivo examen a sus acciones, a su proceder, a sus costumbres y hábitos.

Y, por sanidad y prevención, nunca lo aplique hacia los demás, nadie conoce a nadie, ni siquiera a sí mismo. Como individuos en ocasiones hacemos, expresamos o reaccionamos, de una forma que jamás creímos que lo haríamos, por lo tanto, no se debe poner las manos en el fuego por nadie, menos llegar a decir “me hago moler” por otro que, a la postre, resulta ser una imbecilidad y acto de lambonería mayúsculo e irresponsable, que puede terminar llevándole al molino… ¿Ciudadanos de bien?

 

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John García Fitzgerald
Ciudadano caleño, contador público, periodista por vocación y con pasión. Participaciones en Soyperiodista con artículos replicados en Caracol Noticias y El Espectador. Colaborador de Pulzo. Con plena disposición para escribir, compartir y aprender.