Artillería pesada

La fuerza bruta del Estado también se basa en campañas mediáticas formadoras de opinión que emprenden algunos altos funcionarios del gobierno, líderes de opinión, periodistas y empresarios que se benefician del actual orden de las cosas.

Opina - Política

2019-12-04

Artillería pesada

Autor: Andrés Borja

 

Ante la creciente protesta social que viene dándose en Colombia estos últimos días, una de las cosas que más sorprende es que, en su mayoría, las diferentes manifestaciones en algunas ciudades se han presentado en total paz. En otras ciudades como Bogotá, la Fuerza Pública se ha encargado de empañar con violencia y brutalidad el movimiento ciudadano que se congrega cada día en las plazas de esa ciudad.

Como en toda manifestación ciudadana, es natural que el Estado lance su artillería a la calle y esta responda con violencia de manera desproporcionada ante los reclamos populares. Como normal es, dirán otros, que apuntar esa artillería contra los manifestantes se trate del cumplimiento de unas órdenes superiores o la obediencia a unos lineamientos que cada vez más resultan un tanto primitivos.

Ahora, cuando el Establecimiento empieza a derrumbarse, los gobiernos acuden no solo a la brutalidad policial para intentar calmar los ánimos, sino que además hacen uso excesivo de una artillería mucho más letal y efectiva como lo es el pánico mediático.

Así se crean nuevos enemigos internos que sirven como excusa para esconder el hedor a podredumbre que se desata tras la generalización de ese inconformismo, y para que al final del día, sea el Estado y su orden de las cosas los que sobrevivan.

En nuestro caso, ya hemos visto bastante brutalidad policial y cómo se ha intentado naturalizar la misma. Ya vimos también cómo descaradamente se ha intentado propagar el pánico en el componente social mediante herramientas como el saqueo y los daños al patrimonio familiar.

Vimos además, como medida casi desesperada del gobierno, la creación de un nuevo enemigo interno, un nuevo demonio. Nuestro país, luego de la desmovilización de las Farc, a quienes se les atribuyeron todos los males en el pasado, tiene un nuevo diablo con nombre y apellido propios.

Para que esta estrategia funcione a la perfección, es necesario que funcionarios del Gobierno con cargos de gran relevancia y personajes de la vida pública con influencia como periodistas, empresarios y demás, acudan al llamado para tratar de salvar la “soberanía” del país o lo que queda de ella.

La fuerza bruta del Estado está basada no solo en la violencia policial; los “muchachos” como les dicen algunos con afecto, para bien y para mal están en el cumplimiento de una orden que les implica subordinación, silencio y el uso desmedido de sus herramientas de trabajo.

La fuerza bruta del Estado también se basa en campañas mediáticas formadoras de opinión que emprenden algunos altos funcionarios del gobierno, líderes de opinión, periodistas y empresarios que se benefician del actual orden de las cosas.

Las ya conocidas maniobras de estos sujetos que, como medida desesperada en estado de emergencia como el actual, se inventan todo tipo de mentiras para desvirtuar el verdadero sentido de las protestas ciudadanas. Mentiras y calumnias que se alejan desproporcionadamente de cualquier realidad en el país.

Vivimos un momento de conmoción y la protesta crece, es en ese punto donde surgen estos soldados innatos de la patria. Sus redes sociales se convierten en la trinchera desde donde lanzan los más letales ataques.

Al mejor estilo de las recalzadas del Esmad, estos defensores de la democracia —la de ellos al menos— logran comprimir en herméticos trinos de escasos 140 caracteres todo lo punzante de su odio, sus mentirilllas poco piadosas y las cortinas de humo con las cuales, luego de hacer mucho daño, pretenden argumentar con hechos que parecen sacados de un sombrero.

Y este desfile patriótico toma fuerza cuando los medios no independientes, con escasez de ética y de imparcialidad les dan la importancia suficiente como para lograr encaminar la opinión de sus incautos espectadores hacia sus propósitos y entonces, es en ese escenario donde la realidad es como una tubería rota a la que intentan pararle el desagüe con migas de pan.

De manera pues que esa clase social privilegiada a la que nunca le afectarán las políticas económicas y sociales actuales, sino que por el contrario, se benefician de ellas, tienen en el Estado un aliado con un brazo armado al que se le legitima todo y que reprime a la más mínima expresión los distintos focos de insurrección que se vienen presentando desde la declaración del gran Paro Nacional.

Al país no le queda de otra que seguir llenando las calles para librar una lucha mucho más difícil. Ya vimos que ellos, esa clase poderosa que nos gobierna, tienen una artillería mucho más letal que las armas de los policías y los militares.

Nuestra lucha es con un enemigo mucho más grande. Y a ese enemigo le tomará mucho más esfuerzo derrotar, a causa del engaño y la mentira a la que nos someten esos soldados ocultos tras máscaras de demócratas.

Son ellos, quienes desde la comodidad de sus escritorios y sus trinos en redes sociales, dan golpes mucho más certeros, utilizando el miedo como una herramienta efectiva de sumisión.

Su desfile patriótico ha comenzado, debemos demostrar en la calles con hechos honestos que hemos despertado. Que nuestra mejor arma es la verdad, y que la historia, no será más esa herencia oscura que hemos heredado.

 

 

Foto cortesía de: @eiyco, @jhossmarulanda, @jorgecallephotography

 

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Andrés Borja
Conversador entre copas - Futbolista frustrado - Intento de músico