Aquí no pasa nada

Opina - Política

2017-03-24

Aquí no pasa nada

Hace ya casi 20 años el periodista Mauricio Vargas Linares escribió un libro que en realidad era una profunda investigación sobre un presidente que “se iba a caer”, por el escándalo de la penetración de dineros ilícitos en su campaña presidencial. El hecho no pasó de ser un gran ruido mediático y aunque hoy todo el país recuerda el número del expediente en el que se radicó la investigación, el trabajo periodístico de don Mauricio en este momento, solo alimenta las principales bibliotecas del país; y de ahí no pasa.

Porque ni siquiera políticamente ha pasado mucho con algunos de los personajes tristemente célebres en aquel hecho. Pero es que nunca ha pasado nada con nada; recordemos que esta semana se cumplieron 27 años del asesinato de Bernardo Jaramillo, perteneciente a la Unión Patriótica y los medios se acordaron de que en este como en muchos casos, no pasa nada.

Alguna vez escuché decir que en nuestro país pasaban muchas cosas y que nadie tenía tiempo para digerir todo. Yo no creo en esa explicación. Pienso que en verdad vivimos del escándalo y del juicio sumario de los radio noticieros quienes casi siempre están mejor informados que la Fiscalía y en una o dos mañanas abren instrucción, presentan pruebas y juzgan para ver si la Justicia se decide a actuar. Lo cierto es que nada pasa porque todo nos distrae. La civilización del espectáculo de la que habla Vargas Llosa se ve retratada en nuestro país al hacer el ejercicio de solo entretenernos y no pensar. Porque así funciona y así es mejor. Y si acaso algunos se indignan, no pasa de ser un tsunami en las redes sociales, como el virus del momento, un ingrediente más del entretenimiento.

¿Ejemplos? Abundan. El más significativo podría ser el del expresidente y hoy senador, al que se le ha abierto más de doscientas investigaciones y ¡oh sorpresa! ninguna ha prosperado. Y es que ese es el mal del sistema, que todo en nuestro país está contaminado de corrupción, y entonces las investigaciones no se abren o si se abren no avanzan, o si avanzan los abogados expertos las hacen precluir, o si acaso terminan caen solo los alfiles, aquellos personajes casi siempre brillantes que o estaban mal relacionados o en el lugar equivocado, o simplemente no les guardaron la espalda y sus jefes se olvidaron de ellos.

débiles resultados que se le muestra a la opinión pública como grandes logros sin atacar nunca el problema principal. Y la solución, la mayoría de las veces es irse del país, para que los medios se olviden de tal o cual personaje; o, si es que no se van, se refugian en el sector privado mientras pasa la marea. Ya quisieran los felinos ser tan ágiles para saltar de cargo en cargo como ciertos personajes de la vida pública que sin ninguna vergüenza, hacen como si fuesen hombres y mujeres intachables pasando de un lado a otro sin reservas morales.

Y hoy, como si fuese una noticia de ficción, aquel presidente que casi se cae, se resguarda en la otra orilla y con cinismo habla de transparencia y lucha contra la corrupción. Da risa ver como aquí el refrán del rabo de paja no se cumple sencillamente porque a nadie le importa. Aquí nadie se quema por más de que se arrime a la candela. Por ello, los cínicos organizan marchas para protestar por las mismas conductas que propiciaron. También así, se siguen eligiendo los mismos por los mismos, porque a la gran mayoría de Colombianos “no les gusta la política”. Pr esto, no va a pasar nada con los cuestionamientos que a diario se les hacen a los personajes públicos. Y así, todo se queda en exhaustivas investigaciones que no conducen a nada.

Como nación, somos ciegos y sordos. No nos damos cuenta de las mentiras del populismo y como amateurs en el ajedrez, no comprendemos la estrategia de nuestros políticos.

Caricatura de Átomo

Somos incapaces de leer entre líneas y solo caemos en cuenta cuando el mal está hecho. Pero volvamos a la marcha organizada por los cínicos para el primero de abril. Es increíble que la gente salga a marchar con ellos sin leer lo que hay detrás que no es más que un cálculo electoral, una revisión del inventario político para el 2018, adobado con mentiras o verdades alternativas que alimentan la polarización. No puede ser posible que el colombiano promedio salga a marchar sin sonrojarse por seguirle el juego a unos cuantos.

Ojalá que tanto intelectual de Twitter, saliera a votar el día de las elecciones, pues éste, es el único camino; la vía más expedita para que el ciudadano haga que las cosas pasen. Ojalá que haya un verdadero castigo político, para que luego el judicial pueda avanzar. Ojalá, no nos sigamos quedando en el día a día de las noticias y pensando que la solución está en otros. Ojalá que por fin algún día los Colombianos dejemos de ser menores de edad y podamos pensar como adultos que se sienten responsables de su futuro y se apropian de él, informándonos y decidiendo.
Ojalá que como en aquel pueblo de la ficción de García Márquez, lo que comenzó como una idea, se materialice simplemente por la voluntad de querer que algo suceda.

 

 

Mauricio Ceballos
Mauro Ceballos Montoya (Junnio), es abogado, comunicador social-periodista, amante de la literatura, la música, la radio y los animales. persona sensible, buen amigo, alegre y optimista. le gusta hacer las cosas bien y por eso es algo perfeccionista. no le gustan las injusticias y trata de no quedarse callado, aunque a veces es difícil. tiene la costumbre de malpensar, porque dice que así está más consciente de su realidad. por último, quiere compartir con usted, este pequeño escrito que en mucho o en parte, lo condensa todo: Puro humano. Soy juez y parte, fiscal y defensor, luz y oscuridad, ángel y demonio, egoísta y altruísta, tímido y despierto, soy la duda y la razón, lo ideal y lo absurdo, creyente y necio, trasparente y mentiroso. Soy la contradicción perfecta, humanidad pura.