Aquel al «que le cabe el país en la cabeza»

Petro ignora el capital político que debe sacrificar para que el Banco de la República, una autoridad con autonomía administrativa según la Constitución, ceda a sus peticiones por encima de las decisiones de política monetaria que deba tomar.

Opina - Política

2022-01-04

Aquel al «que le cabe el país en la cabeza»

Columnista:

Juan José Taborda Núñez

 

Ante un panorama desierto de opiniones sólidas y candidatos leyendo apuntes a última hora, no fue difícil para Gustavo Petro exponer sus ideas en el último Congreso Nacional de Infraestructura. Lo felicito, se hizo ver como el aplicado de la clase. Pero su peligrosa política monetaria no es precisamente la de alguien al que «le cabe el país en la cabeza».

Petro no le cuenta al país es que su propuesta la importa de la Modern Monetary Theory o MMT, una corriente macroeconómica que argumenta a favor de la inexistencia de restricciones financieras en el gasto público siempre y cuando el gobierno sea emisor soberano de su moneda y esta no dependa de ninguna moneda extranjera. Es decir, un gobierno se puede financiar infinitamente, pues nadie más puede crear su moneda. ¿Es este el caso colombiano? Sí. ¿Es adecuado este camino para el país? No.

Petro duró casi todo 2021 proponiendo que el Banco de la República imprima dinero. En primer lugar, explicó en una entrevista que ese dinero fuera en forma de crédito, y por medio del Estado, a la pequeña y mediana empresa. Casi a mitad del año sugirió bonos COVID a las familias vulnerables del país. El senador defiende hasta hoy sus ideas, citando artículos de USAToday y la BBC en su cuenta de Twitter, hablando en debates al respecto, incluso  respondiendo a críticas de figuras internacionales como el profesor Juan Rallo.

Petro ignora el capital político que debe sacrificar para que el Banco de la República, una autoridad con autonomía administrativa según la Constitución, ceda a sus peticiones por encima de las decisiones de política monetaria que deba tomar. El Banco se ha concebido como independiente a cualquier gobierno de turno precisamente para evitar estos choques de ideas. Sin importar lo mucho que le disguste, el banco no hace magia. Si se perciben heridas permanentes en la economía, deben cicatrizar con cambios estructurales, no estímulos a la demanda.

La política monetaria expansiva que propone Petro solo estimulará la demanda agregada en el corto plazo, el largo plazo nos deja con las manos vacías y con inflación. ¿Por qué? En el corto plazo (un año, o un poco más) la demanda agregada sobrepasará el equilibrio, en términos simples, la gente compraría por encima de lo que puede producir la economía colombiana. Petro se puede beneficiar de un año donde los precios de los bienes y los factores no se ajustarán inmediatamente a la nueva cantidad de dinero en circulación, pero en el largo plazo, cualquiera que lo provea a usted de bienes o servicios subirá sus precios, pues las economías no producen para siempre por encima de sus capacidades, más bien, producen el máximo posible con lo que tienen. Si los colombianos tenemos más pesos en nuestras manos, pero nuestros capitales (ej. las máquinas de las fábricas) no incrementan, e incluso, se deprecian, aquel que tenga capitales subirá sus precios para aprovechar la escasez de su factor y la abundancia de los pesos.

A Petro hay que recordarle que el ser humano es un animal de expectativas, pues es insólito que alguien familiarizado con la disciplina económica pase por alto los efectos de su propuesta sobre las expectativas de los inversores. Colombia está insertada en la división mundial del trabajo como un país exportador de materias primas con una industria débil. Las ideas de Petro ignoran la realidad de dependencia en la que estamos inmersos, levantar dudas sobre un nivel elevado de deuda —que, además, proviene de imprimir dinero— nos acerca al aislamiento financiero internacional.

El senador ha usado el caso de los Estados Unidos y la Eurozona para justificarse, pero países como Estados Unidos atraviesan ahora mismo una inflación del 6,2 %. Y aunque la inflación se argumente como un efecto transitorio o tolerable, también parece ignorar tanto la naturaleza de las monedas mundiales como el papel de la Reserva Federal Estadounidense en la pandemia. Sobre esto último, la FED no le dio dinero directamente a las familias como dijo en aquel foro de infraestructura, mas bien hizo lo que tanto le critica al Banco de la República, comprarle deuda (activos) al sector financiero a cambio de liquidez (efectivo). No le quedaría de más al candidato revisar los balances de la FED para poner los pies en la tierra.

Aparte de este «descache», el dólar es quien manda en la realidad financiera internacional. Los bonos estadounidenses son los que quieren los inversores porque transmiten bajo riesgo y muy buen cumplimiento, de la mano de una nación con un mercado interno de más de 300 millones de personas. Estados Unidos tiene un amplio abanico de decisiones monetarias para elegir, recuerde, su moneda es la que manda. Este no es el caso del peso colombiano, imprimir más pesos colombianos, lo que llevaría es, a un efecto adverso, o incluso, diametralmente opuesto al caso estadounidense.

Gustavo Petro parece no desistir de sus peligrosas ideas. A falta de voces fuertes para contradecirlo, se ha consolidado como aquel que «le cabe el país en la cabeza». La realidad, a la luz de la disciplina económica, muestra que este no es el caso. Petro parece tener ansias de unirse al club de los políticos que importan ideas económicas sin contrastarlas con la realidad nacional. Así como hizo Carlos Lleras Restrepo en los 60 con el modelo ISI, y luego el neoliberal Cesar Gaviria en los 90. Ambos ignorando la precariedad institucional y el poco desarrollo industrial capitalista colombiano. Ruega entonces hacerse la pregunta de a dónde nos llevará Petro con sus acrobacias monetarias y su retórica populista, donde aquel que lo contradiga es un fascista neoliberal uribista. Pensándolo bien, este nivel de populismo mezclado con un rotundo desconocimiento de la disciplina económica solo me recuerda a una persona: Iván Duque.

 

P. D.: La devaluación ocurre cuando existe una decisión consciente de un gobierno de reducir el tipo cambiario. El peso se deprecia, no se devalúa. No caiga en este error.

 

 

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Juan José Taborda Núñez
Estudiante de Economía en la Universidad del Norte en Barranquilla. Mi interés es la macroeconomía, la historia económica y la innovación.