Análisis de ‘La Negociación’ para quien se lo perdió

¿Se está incubando un nuevo escenario de guerra o de nuevos conflictos o estamos en el camino de consolidar la paz estable y duradera que soñaron en La Habana los plenipotenciarios del Gobierno y de las Farc?

Opina - Conflicto

2018-12-06

Análisis de ‘La Negociación’ para quien se lo perdió

Después de ver el documental La Negociación, de Margarita Martínez, estas son mis impresiones:

Se trata de un valioso documento histórico que registra, en seis momentos, lo que aconteció durante los diálogos de paz de La Habana, celebrados entre el Gobierno de Santos y la guerrilla de las Farc. Sin mayores pretensiones estéticas y narrativas, la documentalista registra encuentros, con visos de crónica, de las dos delegaciones; entrevista a algunos de sus voceros, e intenta en seis partes o capítulos mostrar lo acontecido antes, durante y después de la negociación, incluyendo en esos registros, rápidos y correctos políticamente, lo que significó para el país el triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre de 2016.

Al final, recoge la pregunta que millones de colombianos se hacen: ¿se está incubando un nuevo escenario de guerra o de nuevos conflictos o estamos en el camino de consolidar la paz estable y duradera que soñaron en La Habana los plenipotenciarios del Gobierno y de las Farc?

Queda la sensación de que la directora del documental buscó registrar algunos sucesos y momentos del proceso de paz que más llamaron su atención, olvidando establecer conexiones y exponer antecedentes entre temas y asuntos presentados de manera deshilvanada; y, sobre todo, tomarle el pulso al “clima de las discusiones” a su juicio más importantes de la negociación política.  

Quizás por esta última pretensión, no se advierte un hilo conductor, una idea que a manera de “tesis” pudiera dar cuenta del pensamiento o la postura de la documentalista. Pareciera que dejara en los públicos la tarea de armar el rompecabezas de imágenes, hechos, protagonistas, opiniones, percepciones y momentos que la cámara registró, bajo una exagerada intención de mostrarse “objetiva” frente a una situación, comunicativa, política e histórica, que exigía y exige la toma de partido, o la expresión clara de una postura crítica que debe recaer, inexorablemente, sobre los combatientes, sobre el Estado, la sociedad civil y el pueblo colombiano en general.

Sin embargo, hay dos temas cumbres del documental que lo convierten en un importante documento histórico para la comprensión panorámica de un proceso de paz que aún no termina y que está en riesgo, por cuenta del Centro Democrático: el de las víctimas y el del modelo de justicia acordado en la mesa de diálogos. Sobre el primero, esperaba que Margarita Martínez le diera un mayor protagonismo, visual y político a las mujeres y hombres víctimas de los actores armados, legales e ilegales. Pero no. 

Por su condición de mujer, esperaba que asumiera el registro de las voces de las mujeres víctimas de las Farc y de las fuerzas estatales con la clara intención de develar la degradación moral en la que cayeron los combatientes de todos los bandos. Martínez asumió el papel de hacer, lo más aséptico posible, un registro de los diálogos de paz, con miras a que el documento final sirviera como prueba de que ella y su equipo fueron testigos privilegiados de un hecho histórico: haber desarmado a las Farc y por ese camino, haber logrado parar la generación de más víctimas, en particular, las que se venían registrando en el Hospital Militar Central de Bogotá.

Allí, claramente, Martínez mostró su cercanía al Establecimiento, circunstancia que hace posible que el documental logre una mejor conexión y opinión con y de quienes insisten en hablar de Héroes de la Patria.

Frente al tópico del modelo de justicia, la documentalista logra dar cuenta de la enorme dificultad que afrontaron las delegaciones y el proceso de paz, para llegar, con la ayuda de abogados y constitucionalistas, a un acuerdo que no solo dejara satisfechos y tranquilos a los miembros de la guerrilla, sino al gobierno mismo y por supuesto, a la Corte Penal Internacional, a la ONU y a los países garantes, en particular, al gobierno de Noruega.

A partir de las entrevistas que les hiciera a Diego Martínez (Farc) y a Manuel José Cepeda (Gobierno), la documentalista logra que el público entienda el sentido de un modelo de justicia restaurativa y la urgente necesidad de dejar atrás el carácter vindicativo del derecho penal. En esta parte del documental, la directora acierta en el tratamiento del complejo entramado jurídico.

Y frente a las apariciones de Uribe en el documental, Margarita Martínez minimiza el papel que jugó Uribe durante y después de la negociación de La Habana, reduciéndolo, narrativamente hablando, a reacciones de un rabioso político que supo convertirse en el enemigo número 1 no solo de las negociaciones, sino de la construcción de la paz en el país.

Las intervenciones de Uribe ameritaban un mejor tratamiento, en el sentido de un mayor análisis en el que se denunciara su interés en hacer fracasar el proceso de paz, en particular en el tema de tierras, al que la documentalista no hizo referencia.

Ahora bien, en una lectura rápida, claramente Uribe Vélez y Fernando Londoño Hoyos quedan graduados como enemigos de la paz en Colombia. Así entonces, la molestia del expresidente tiene sentido por el registro cronológico que la documentalista hace de las opiniones e intervenciones que el latifundista y ganadero hizo durante el proceso de paz y después de la firma del fin del conflicto y, en particular, su invitación clara para que sus áulicos votaran NO en el plebiscito del 2 de octubre.

Así que la molestia del senador Uribe no debe ser con la documentalista, si no consigo mismo, eso sí, siempre y cuando, en un escenario poco probable, decida revisar sus actuaciones y el papel que jugó durante las negociaciones de paz.

Imagen cortesía de Canal 1

 

( 4 ) Comentarios

  1. ESA GENTE PREFIERE UN PAIS EN GUERRA PORQUE EN RIO REVUELTO GANANCIA DE PESCADORES

    • No es tan superficial. Se trata de que estos «padres de la patria» nos quieren meter en otros 53 años de guerra en donde ganan ellos por su poder y condición pre-establecidos y nosotros, el pueblo, perdemos ya que en la guerra patrocinada por ellos donde los muertos no los ponen ellos ni sus hijos, no, los pone el pueblo pues tanto guerrilleros como soldados son hijos del pueblo ninca de político alguno.

  2. En el documental faltaron personajes muy importantes como la senadora Piedad Córdoba – artífice del inicio de las conversaciones de la mano del Presidente Chávez – sin el apoyo de estas dos personalidades no hubiese inicio de la negociación.

  3. Su bien pudo faltarle bastante al documental, también es cierto que haberse atrevido a tocar el intocable, lo que el grito de la sangre derramada en este país pide justicia, tiene un enorme mérito, que habré la puerta para llegar a las raíces del dolor y del miedo. Me gustó mucho su análisis

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.