Alineación y folclorismo

Opina - Cultura

2017-03-24

Alineación y folclorismo

Ignorantes de la idiosincrasia latina es difícil saber si todos nuestros países se asemejan en cuanto a sus comportamientos sociales. Por lo que dicen algunos entendidos, Colombia es un caso excepcional: somos uno de los países más desiguales y pobres, pero al mismo tiempo uno de los más felices. Es como si hubiésemos sido adiestrados para ser esclavos obedientes, aguerridos y sumisos.

Es inexplicable nuestra abulia o indiferencia frente a la multitud de crímenes macabros como las violaciones a los niños y los feminicidios; la corrupción generalizada, sobre todo entre los poderes públicos; la inmensa cantidad de pobres y miserables que acuden a los templos en busca de solución a sus necesidades y hasta donan sus pingües ahorros a los insaciables pastores; el cinismo descarado de tenebrosos personajes acusados de ser corruptos, autores de pavorosas masacres y enemigos de los derechos humanos invitando a marchar contra la corrupción, es decir, contra ellos mismos.

En otras partes se convocaría a protestas masivas contra los criminales pero aquí son estos mismos quienes invitan a repudiar sus propios delitos.

Si desmenuzáramos o puntualizáramos estas generalidades hallaríamos hechos tan absurdos que deberían avergonzarnos. Por ejemplo, ¿cómo pueden haber personas tan indignas que votan por cualquier candidato, por delincuente que sea, a cambio de un sancocho, de un tamal o un billete? ¿cómo hay individuos que se oponen a la Declaración Universal de los Derechos Humanos? ¿cómo puede haber gente que se embolsilla los recursos públicos destinados a alimentar niños pobres y prefiere dejarlos morir de hambre?

Imagen cortesía de: Las2orillas

Lo anterior, más innumerables hechos horribles, no los explica sino la ignorancia en extremo arraigada, la práctica de despreciables conductas medievales, el desconocimiento de las ciencias humanas y sociales, la identidad o empatía de los esclavos con sus amos, una educación de baja calidad que enseña a obedecer y no a pensar y la ausencia de formación marxista.

Nuestro pueblo gusta de la música, de las fiestas y los deportes, en especial del fútbol. Participamos bailando, bebiendo y peleando en los conciertos de música popular y en los de delinquir, chorreamos babas y gritamos frente al televisor celebrando los triunfos deportivos de los colombianos y vamos hasta el delirio cuando ganan carreras importantes o anotan goles en los grandes equipos.

Somos exagerados en todo: en la ignorancia, en el folclor, en el narcotráfico, en el contrabando, en la mentira, en el robo, en la astucia, en todos los demás “pecados” capitales, en los rezos y en rajar de los vecinos sin reconocer nuestra propia miseria. Ello explica el dicho: “Un colombiano no se vara en ninguna parte”. Pero la peor cualidad que tenemos es nuestra aberrante desmemoria. Aquí olvidamos todo y por eso “Aquí no pasa nada”.

Libardo García
Docente Universitario en U. del Tolima, U. de Caldas, U. Tecnológica de Pereira y U. del Quindío. Dirigente de la Asociación de Derechos Humanos Demetrio Prieto.