Ahogando al príncipe azul

Desde el siglo XIX ya se podían encontrar muestras de cómo el concepto del amor estaba siendo enterrado a mayor profundidad por una montaña de prejuicios, que representaban en esa época un “amor verdadero”.

Opina - Relaciones

2019-08-29

Ahogando al príncipe azul

Autor: Andrés Jesús Coy Rivera

 

La sociedad se encuentra sumergida en una enorme diversidad de estereotipos, aquellos que guían las elecciones de los individuos, modificando así sus verdaderas emociones. Sin embargo, una de ellas es la que se ha visto más afectada: el amor. Un sentimiento que se ha ahogado en un mar de apariencias y de juicios de valor, convirtiéndolo así en una simple atracción física, sin conocer en verdad aquello que están sintiendo.

Además, este no es un problema que haya surgido en este milenio, es una construcción que ha pasado por distintas etapas y épocas, y que ha cambiado gracias al contexto social en el que se encuentra.

No obstante, actualmente la ciencia ha dado pasos gigantescos, los cuales han logrado estudiar a los sujetos que padecen de enamoramiento, dando pie al reconocimiento de lo que ocurre en un cuerpo a nivel hormonal al momento de sentirse enamorado y reconocer si aquello que padece es definitivamente verdadero.

Desde el siglo XIX ya se podían encontrar muestras de cómo el concepto del amor estaba siendo enterrado a mayor profundidad por una montaña de prejuicios que representaban en esa época un “amor verdadero”.

Conceptos como la virginidad, bajo el machismo, eran algunos de los términos más llamativos y fundamentales para consolidar una relación. Con estos y otros conceptos se fueron creando figuras idóneas, como los llamados príncipes azules, que en realidad representaban un ideal de amor imposible para cualquier persona, acarreando consecuencias en la relación amorosa. Así como es el caso de Emma Bovary, en el libro Madame Bovary de Gustave Flaubert.

Emma construye una idea de una relación perfecta a partir de influencias externas, en este caso los libros, y al momento de establecer una relación, esa figura poco a poco se va desmoronando, ya que el estereotipo se enfrenta a la realidad. Sin embargo, esta misma situación no está alejada de las relaciones actuales.

Primero se establecen estereotipos a partir de agentes externos, como es el caso de las redes sociales, se encuentra un sujeto que puede llegar a verse comparado con este ideal, y al momento de establecer la relación su ideal se desvanece debido a que no se tiene en cuenta que el amor en una relación no se constituye de simple atracción física.

Por lo tanto, encontrar a una persona que cumpla con todos los estándares es imposible y, a pesar de esto, no significa que no haya encontrado el amor verdadero. Por tal motivo, la ciencia, gracias a sus grandes avances tecnológicos, ha comprobado qué es en realidad el amor, el cual levanta el velo que nos obligaba a sentir lo que la sociedad quería, y todo esto por medio del estudio de la neurobiología y el funcionamiento de diversas hormonas.

Lo que en realidad sentimos es una respuesta hormonal enviada por el cerebro en respuesta a un estímulo. Por ejemplo, la atracción física disminuye de manera significativa los índices de testosterona en los hombres y en las mujeres se presenta por el contrario, un aumento de segregación; todo esto como consecuencia del deseo de la pareja de establecer una relación, la cual deja de lado comportamientos normales, debido a que los hombres dejan de sentir la necesidad de ser violentos y las mujeres llegan a sentirse más seguras con ellos.

Gracias a estos aportes, la figura de nuestro príncipe azul cada vez se va a acercando más a las puertas del olvido.

Y es que se debe aceptar, que aunque la influencia social es una parte vital para la selección de la pareja, no necesariamente es el único estándar por el cual el individuo se deba guiar.

Es más, la testosterona no es la única hormona que actúa en esta situación, el cortisol, la serotonina y la oxitocina, son otras de las hormonas que son causantes de aquellos “repentinos” cambios de comportamiento.

La oxitocina en algunos casos se disminuye de acuerdo con el ambiente en el que se encuentra, la mujer y el hombre se sienten seguros, por lo tanto no necesitan de gran cantidad de esta hormona que activa el estrés. Pero en otros casos puede llegar a aumentar y esto durante el famoso caso de la tensión sexual.

Y por el otro extremo tenemos a la serotonina, también conocida como la “hormona de la felicidad”, ya que una de sus funciones es el control del apetito sexual. Esta hormona, aunque a simple vista parece realizar funciones contrarias a la cortisona, aumenta la tensión sexual y el estrés.

Por estas razones es que se puede comprobar que la elección por medio de los estereotipos no demuestra que haya sido por amor verdadero, como es el caso de Emma Bovary, donde al momento de casarse con Charles Bovary, sentía que era el hombre indicado. Sin embargo, cuando su ideal fue quebrándose el amor que alguna vez creyó haber sentido, se quebró de igual forma.

Y es que la elección se debe tomar cuando ya se conocen, cuando entienden los hábitos que posee y las acciones que realiza. Y a pesar de esto, la otra persona se sigue sintiendo atraída, es en ese momento donde el componente social y el químico se unen y trabajan de forma cooperativa por un amor verdadero.

Por ende, el caballero azul ha desaparecido, la concepción de un ideal de belleza imposible ya no se ve como una opción para el establecimiento de las relaciones.

Esto, debido a que las personas actualmente reconocen que la apariencia física, a pesar de ser un factor determinante para el establecimiento de la relación, ya no es el único que los individuos contemplan crucial.

 

 

 

( 1 ) Comentario

  1. El problema de las parejas de todos los tiempos y creo mucho mas en la actualidad, es que se conocen por fuera y no por dentro. Muere, cambia,muta y/o desaparece lo externo entonces desaparece el amor.

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Andrés Jesús Coy Rivera