A vos, tío, que elegiste el silencio

Salí media hora de tu burbuja, de tu realidad, escuchá el llanto de las madres por sus hijos, a los niños que se mueren de hambre, no hoy, siempre, hambre pasa la gente desde siempre.

Emociones - Narrativo

2021-07-06

A vos, tío, que elegiste el silencio

 

Columnista:

Lucía Collazos 

“If you are neutral in situations of justice, you have chosen the side of the oppressor”.

Desmond Tutu

(En inglés por si entendés mejor.)

 

Ayer me equivoqué tío, te dije que hubiera podido ser yo a quien le disparaban. A quien quizá le disparaste, con esa arma que decís conseguiste por defensa propia. No es cierto, ni que hubiera podido ser yo ni que sea por defensa propia.

El día que le pegué a mi hermano porque me jaló el pelo, dijiste no, con violencia no. Y ahora que un joven le tira una piedra a un vidrio, le apuntás y no dudás en disparar. ¿Y esa frase, la violencia no? ¿Dónde la dejaste? ¿Se te escurre por miedo o por odio?

Te repito, no hubiera sido yo, porque no tengo el coraje de pararme en la primera línea, porque elegí un camino de lucha diferente, no, que va, porque pude elegir un camino de lucha diferente. A muchos de ellos les tocó esa lucha, porque con ninguna otra se dieron cuenta de que estaban ahí. Y no es menos válida su lucha, por el contrario, significa todo hoy en día. Tienen el futuro entre sus manos y me temo que no se dan cuenta.

Dan sus vidas y cada vez que matan a uno de ellos perdemos todos. Cada vez que matan a uno se nos escapa el futuro, la esperanza entre los dedos. Cada vez que matan a uno nos podrimos un poco más como nación. Por ellos, por cada muerto, y es que si los números infinitos ya se los hubieran agotado. ¿Cómo seguir la cuenta? Acaban con una vida, y luego otra, un país que ya ha coleccionado suficientes muertos. Sus vidas valen todo, no porque sean héroes, no lo son. Son víctimas, jóvenes, mujeres, indígenas, afros, son personas asesinadas. Son víctimas. No héroes, no vándalos. Víctimas. Fueron heridos, desmembrados, asesinados, desaparecidos o violadas.

Se tapan los rostros por seguridad, y sí, quizás tengan miedo. Miedo de ser fichados por defender sus derechos, por opinar, por participar, por tejer el futuro. Miedo de todo lo que hasta el momento creo que vos representás. Miedo de que haya quienes creen que pueden pasar por encima de la vida, que pueden disparar a otros con armas de fuego, con discursos de odio, con camionetas. Disparás cuando no validás los derechos de los demás, cuando creés que tu comida vale más que la vida de cualquier otro. Disparás cuando justificas la violencia. Disparás con tu odio. Disparás.

Con tus palabras hacés que se tapen los rostros porque justificás los asesinatos, porque no valorás la vida. Tus palabras matan, estigmatizan, reproducen la violencia. La palabra es poder, no es una simple frase de cajón, es la que construye la realidad, la que inventa el futuro. Ahora las palabras están pintadas en la calle, en las paredes, en los carteles, en las blusas, en todas partes. Estamos llenando todo de palabras, porque necesitamos inventarnos un futuro, en este país en que soñar es un lujo, un privilegio.

Su lucha es el único camino que les ha quedado, fue la forma que les dejamos, tanto vos como yo, porque antes también justificamos, antes les negamos incluso su inconformidad, como si no pudieran bloquear para decirnos que están inconformes con la vida que el país les brinda. Esa moralidad y el silencio de mierda, por que decimos, o jugamos a ser neutrales, pero ya no es válido, ya no sirve, es que con la vida no se juega.

Y bueno, no hubiera sido yo porque mi miedo me gana. A ellos les gana la esperanza, y que han comido tanta miseria, que el miedo ya no les puede. Viven con miedo porque aquí siempre han matado, puede que no a bala, pero sí de hambre, miseria y pobreza. Eso también es violencia.

No hubiera sido yo. Y no sé si mañana seré, porque cada día uno entiende más la lucha, y cada día opinar cuesta nuevas vidas. Cuando uno les mira a los ojos, entiende. Uno los ve y sabe que nadie debería negarles la existencia, usurpar sus derechos, negarles sus sueños, despojarlos de oportunidades, hasta de su identidad.

No soy como ellos porque nunca me he sentido así, y eso hace la diferencia. Yo siempre he soñado, vos me invitaste a hacerlo, me apoyaste a estudiar. A ellos les disparás. Cuando nos obligan a reconocer su existencia, sus pensamientos, emociones, sueños, esperanzas, miedos, fracasos, etc., les disparás y al arrancarles su humanidad perdés la tuya. Sos solo un victimario más. También son tus muertos, y los vas a tener que llevar en tu consciencia todos los días.

Hasta que amemos la vida, dicen algunas pancartas y gritan las paredes. Nosotros, ellos ya la aman, nos están dando una lección dolorosa, se la juegan y luchan por amor propio y por los otros. Luchan por todos, por el futuro, por la memoria, por la justicia. Luchan, y decís que no hay razones. Salí media hora de tu burbuja, de tu realidad, escuchá el llanto de las madres por sus hijos, a los niños que se mueren de hambre, no hoy, siempre, hambre pasa la gente desde siempre. No cualquier gente, los pobres, como vos decís.

Yo te doy una razón, nos están matando, ya con eso la lucha está completamente justificada. Porque nos jactamos hace unos años de haber creado una constitución que protege los derechos, pero en la realidad está pintada, la vida aquí no vale nada, no hay garantías de derechos humanos. El mínimo básico para sobrevivir no lo tiene la mayor parte de la población. Igual ambos pensamos en cosas diferentes cuando pensamos en la lucha, vos pensás en armas, yo no, es una lucha de ideas, de arte, es la lucha de las mujeres, jóvenes, ancianos y niños. Sí, de los pobres, pero igual de humanos, igual de dignos, igual de válidos, aunque lo nieguen.

Ellos no se están moviendo desde el odio, sino desde la dignidad, es que a pesar de que han intentado arrancárselas, persiste, y emanan dignidad. Pese a que este país solo les ha enseñado odio y violencia, se inventan nuevas maneras, y es así, es pese a este país, no gracias a él. Ellos son la resistencia, no solo durante el paro, lo han sido siempre, a ellos les toca la violencia directa, esa que no querés ver, que te perturba la vista. Pues sí, ahora imagináte ¿qué se sentirá vivirlo? Si estos días has sentido miedo, ¿cómo será vivir en medio del conflicto? ¿Cómo será vivir sin nadie que te defiende? Porque sí a vos te defiende la Policía, pero a ellos no. Te cuidan a vos cuando querés disparar. 

Ya no creo que lo entendás, elegiste el odio, la muerte, cuando elegiste defender las paredes y vidrios intactos antes que defender lo más valioso e irrecuperable que es la vida. No ves la sangre que cae en las calles, que ha salpicado eso que defendés. Y me temo que no sé si tenés las manos limpias.

No entendés nada. Yo antes te justificaba, te defendía diciendo es que no entiende, no ha visto, no le ha tocado, pero no. Mentira. Elegiste callarte por tu privilegio, no te interesa, no querés darte cuenta. Tu silencio mata, tanto como las palabras con las que justificás los hechos. Te sorprende cuando ves que queman, rompen e incendian. ¿Qué esperabas? Si han recibido violencia toda la vida, si tienen que elegir entre comer o estudiar, no tienen salud, ni estudio ni alimentación ni salubridad ni tan siquiera un techo. Han sido alimentados de miseria, ¿y qué esperaban? ¿Que salieran a repartir abrazos? Hasta lo han hecho, han salido a bailar, cantar y les pegan tiros. Y no, no son casos aislados, es violencia selectiva y sistemática. Pensá en cómo los mirás, son tus enemigos, tus conciudadanos son enemigos. ¿De dónde te sale tanto odio?

Yo te ofrezco otra pregunta: ¿de dónde les sale la esperanza? ¿Cómo es que tienen tanto amor? Porque el amor es luchar, no por la patria, ellos son la patria, ellos son la bandera que ahondamos cada día en las manifestaciones; es por ellos que están las banderas colgadas en las puertas y ventanas. Ellos son ahora mi razón de lucha, sus vidas son lo más valioso que alguna vez he conocido.

Luchan por mí. Sé que si un día me pegan un tiro por ejercer mi derecho a protestar, van a salir a romper y recordar que la vida vale más que todo. ¿Y vos? Seguro te preguntarás ¿qué estaría haciendo? Es que perdió el rumbo, y tendrías hasta el descaro de culpar a mis papás por dejarme pensar. Y no acusarías al que disparó, ni a quien está dando las órdenes. Hubieses hecho lo mismo que has hecho con todos y cada uno de los asesinados en las últimas semanas: justificar tu indolencia, porque no te interesa. Hasta me asusta pensar que te alegra, los llamas vándalos y solo veo el vacío que tenés dentro, no sabes nada de empatía ni compasión, solo tenés odio.

Yo no tuve que ser vándala, como los llamas. Yo no he tenido que sobrevivir, lo he tenido todo y más. No soy quien soy por mi gran corazón o inteligencia, no, soy quien soy, porque no tuve que renunciar a la esperanza ni a mi inocencia. Soy mis oportunidades, mis privilegios, porque sí, en este país los derechos que establece la Constitución son de unos pocos, son un lujo. Soy los sueños que he podido soñar. Soy las palabras y silencios que he elegido. Si los que luchan, y a quienes asesinan son vándalos. Yo elijo serlo, porque ellos tienen palabras, y la plasman en las paredes y las gritan en las calles. Y las plasman en trincheras.

Son los sueños que sueñan a pesar de las privaciones y violencia. Son la esperanza en un país desolado. Son el hambre de comida y de justicia. Son lo invisible que se niega a ser desaparecido. Los muertos que se niegan a morir. No son héroes repito, son víctimas. No son vándalos, son víctimas. Son el futuro que crean con sus palabras y su andar.

Ellos y yo somos diferentes. Pero no te equivoqués, tío. Si creés que mi vida vale más que la de ellos por lo que he podido ser, entonces seguís sin entender nada, y es porque no amas la vida.

Cuando te pongás la camisa blanca, te montés en tu camioneta y empuñés un arma. Cuando pensés en disparar, tené presente que no sos un vándalo, sos un asesino, uno que se llena la boca hablando de paz, pero elige disparar. Sos también cómplice cuando  guardás silencio mientras la juventud está siendo torturada, asesinada, desmembrada, violada y desaparecida.

Elegiste el blanco, elegiste el silencio.

Cada muerto es también tu responsabilidad.

Tu sobrina.

 

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Lucía Collazos
Soy estudiante de Antropología y Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana. Escribo sobre las situaciones que puedo observar, escuchar, e incluso oler o saborear en mi entorno, y a partir de ellos creo historias cargadas de opiniones o denuncias. Son también una compilación de hechos que le dan cierto carácter de ficción pero que aluden a aquello que tienen lugar en el día a día de un país como Colombia.