A veces no llegan cartas

No hay en Colombia una cultura de Estado que permita a los funcionarios actuar con diligencia y la seriedad suficientes, fruto de una clara diferenciación entre lo que son asuntos de Gobierno y de Estado.

Opina - Política

2019-02-02

A veces no llegan cartas

El frustrado envío de una carta a través de la cual la JEP solicitaba a las autoridades norteamericanas las pruebas con las que la DEA sostiene la acusación contra el ex guerrillero de las Farc, Jesús Santrich, causa hilaridad y de inmediato nos hacer pensar en que efectivamente vivimos en el Macondo garciamarquiano.

Pero al dejar de lado la sorpresa, la indignación y la risa, es preciso sopesar los hechos y tratar de hacer una lectura cruzada de los mismos. Propongo, entonces, la siguiente lectura de lo acontecido:

Antes de comenzar, hay que insistir en una idea clave: no hay en Colombia una cultura de Estado[1] que permita a los funcionarios actuar con diligencia y la seriedad suficientes, fruto de una clara diferenciación entre lo que son asuntos de Gobierno y de Estado.

A esa circunstancia, de carácter sociocultural y político, se suma un hecho fundamental que hay que reconocer para tratar de explicar y comprender lo sucedido con el malogrado envío de la misiva: el Gobierno de Iván Duque, junto a la bancada del Centro Democrático (CD) en el Congreso, y agentes poderosos de la sociedad civil, están interesados en generar la mayor animadversión social y política hacia la JEP y evitar a toda costa el cumplimiento de lo acordado en el Acuerdo Final II y por esa vía, impedir la consolidación de una paz[2] estable y duradera.

Baste con recordar el talante de varios de los aspirantes a dirigir el Centro Nacional de Memoria Histórica para comprender las intenciones del actual gobierno: Mario Javier Pacheco, Vicente Torrijos y ahora, Darío Acevedo[3]. Al parecer, con la elección final de Acevedo[4], lo que el gobierno[5] de Duque[6] busca es insistir e imponer la tesis negacionista del conflicto armado interno,  que claramente favorece a los agentes del Establecimiento que están comprometidos con la creación y financiamiento del paramilitarismo[7] en Colombia.

Pero volvamos al asunto de la carta embolatada. Si la ministra de Justicia y del Derecho, Gloria María Borrero y los otros funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores hubieran asumido el envío de la nota como un asunto de Estado, muy seguramente no habrían usado los servicios del controvertido operador postal 472, para hacer llegar a las autoridades americanas el importante documento. 

Por el contrario, los funcionarios de las dependencias comprometidas en ejecutar la petición que les hizo la JEP[8] en torno al envío de la carta, asumieron la tarea como un asunto de Gobierno, lo que hace pensar que el documento se embolató no solo por los problemas logísticos que pudo haber enfrentado el operador postal estatal, sino porque la misiva debió haberse entregado a través de los mecanismos diplomáticos establecidos para tratar asuntos entre Estados.

Es posible pensar en que estamos ante una acción premeditada de funcionarios del Gobierno de Duque, cuyo objetivo era no solo frustrar el envío de la carta, sino poner en calzas prietas a la JEP, ante el vencimiento del tiempo establecido para que las autoridades de los Estados Unidos enviaran las pruebas con las cuales sostienen jurídicamente la petición de extradición del ex guerrillero.

Los funcionarios del gobierno de Duque parece que no entendieron como un asunto de Estado, la entrega de la estratégica carta a las autoridades americanas. Por su falta de diligencia y responsabilidad para asumir asuntos de Estado, tanto la ministra Borrero, como los otros funcionarios de las carteras involucradas en este absurdo, no solo son el hazmerreír del país, sino que coadyuvan a que se extienda en el tiempo el caso de Santrich[9], lo que claramente compromete la legalidad de su detención.

Importante revisar la postura editorial asumida por El Espectador en torno a este asunto de la carta extraviada: «Ridículo y peligroso todo lo que está ocurriendo alrededor de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y los motivos que utilizan algunos líderes políticos y miembros de la sociedad para desacreditar su trabajo. Después de haber enfrentado noticias falsas e irresponsables sobre el tema de la extradición de Jesús Santrich, ahora el sistema de justicia transicional está ante un problema bizarro: la solicitud de pruebas sobre el caso a Estados Unidos nunca llegó a ese país porque la compañía de correos 4-72 dejó la comunicación en Panamá. ¿Quién responde y cómo quitamos del debate tantas distracciones innecesarias? … El común denominador en estas situaciones, no obstante, es que la JEP no ha tenido la culpa de las fallas. Pero eso no lo quieren ver sus detractores. Y en ese ambiente, tropiezos como el de esta carta llevan a preguntarse si estamos frente a unas enigmáticas coincidencias —que pueden suceder, y suceden— o si en realidad existe una cuidadosa campaña de desprestigio contra la justicia transicional, como piensan los más suspicaces. Nos negamos a creer que lo segundo sea posible«.

Habrá que esperar la decisión que adopte la JEP en torno a si establece un nuevo plazo para que los Estados Unidos envíen las pruebas con las que acusan al ex guerrillero del delito de tentativa para enviar drogas a territorio americano. Quizás entonces, con la misma facilidad con la que se embolata una carta, de la misma manera estamos en camino de que se nos embolate la construcción de una paz estable y duradera.

Adenda: al parecer la ministra Borrero se comprometió a entregar, físicamente, al Fiscal estadounidense la ya señalada solicitud de la JEP. Según informa El Espectador hoy primero de febrero de 2019, la funcionaria no habría cumplido con la entrega de la carta. Véase. 

[1] Véase: http://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/2019/01/cultura-de-estado-y-paz.html

[2] Véase: https://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/2017/11/conejazo-la-paz.html

[3] Sobre las reacciones que genera el nombramiento de Acevedo, véase: https://pares.com.co/2019/01/31/dario-acevedo-el-nuevo-riesgo-del-cnmh/

[4] Véanse dos columnas de Darío Acevedo, con las que es posible entender su visión de lo que es la verdad histórica en el marco de un conflicto armado interno: https://www.elespectador.com/opinion/donde-esta-la-verdad-i-columna-826989 y https://www.elespectador.com/opinion/donde-esta-la-verdad-y-ii-columna-828239

[5] Véase: https://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/search?q=centro+nacional+

[6] Véase: https://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/2018/12/duque-y-el-regreso-de-un-ethos.html

[7] Véase Ayala, G. (2011). El paramilitarismo en Colombia: más allá de un fenómeno de violencia política. UAO, Cali.

[8] Véase el comunicado emitido por la JEP en torno a lo sucedido con el malogrado envío de la carta:   https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/Paginas/Comunicado-sobre-solicitud-de-pruebas-en-el-caso-Hern%C3%A1ndez-Solarte.aspx

[9] Sobre el caso Santrich, véase: https://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com/2018/04/prueba-de-fuego.html

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.